E
D I T O R I A L
Nuevos
brotes
Hoy
llega a su fin la llamada “Semana Mayor” que concluye con la celebración de la
resurrección de Jesucristo. También nos encontramos a la mitad de las
vacaciones otorgadas por el gobierno a las distintas dependencias y al sector
educativo. Esperamos y deseamos que estos días sirvan para recargar energías y
tomar nuevos bríos, y así, continuar con las actividades, que dentro de unos
días, se retomarán con cambio de horario. No está por demás recordar que tomen
precauciones si estarán fuera de su hogar, cuidado con gastar lo que no se
tiene porque para divertirse sólo es necesario el encuentro con las personas
estimadas y la buena disposición para hacerlo. Que el inicio del tiempo de
primavera junto con la Pascua del Señor sea propicio para que también renazcan
brotes nuevos y florezcan las virtudes necesarias para su vida familiar.
I
N T E R – N O S
Gracias
Para
algunos estos días significaron el descanso, para otros más, el trabajo
misionero en comunidades rurales y urbanas. Es satisfactorio constatar que hay
gente que todavía se interesa por el servicio desinteresado al prójimo. La
semana santa fue testigo que hombres, mujeres y niños ofrecieron su tiempo y
esfuerzo por llevar un mensaje de confianza y de fe, y, que no importando el
cansancio, se cumplió con el compromiso adquirido en su propio bautismo.
Gracias a aquellos que fueron testigos del amor agápico y divino.
Gracias
También
escribimos otro “gracias” a las comunidades que recibieron a los misioneros. La
fama de la hospitalidad veracruzana se hizo presente, pues no faltó ni la cama
ni el alimento, por más sencillo que hubiera sido, pero eso sí, de todo
corazón. Cuando uno hace esta experiencia de compartir la vida y la fe con
otras personas, ese encuentro llena de alegría y las tortillas de mano junto
con la salsa de molcajete se convierten en el pretexto para sentir que todos
somos hijos de un mismo Dios.
Una
idea
El
convivir de manera directa con el pueblo lleva a conocer cuál es la situación
real sobre los problemas que afectan directamente a los ciudadanos comunes.
Esto nos recordó a los aspirantes a cargos públicos que visitan los lugares
para ganar votos y comprometerse con ellos, pero no llegan a una profundidad
para percatarse lo que en verdad se necesita. ¿Cómo sería si fueran a vivir una
temporada -lejos de los reflectores- con el pueblo, fraternizar con ellos y ver
por sí mismos las dificultades para hacer propuestas acertadas y fructíferas?
Pascua: manifestación de
amor
POR ÁLVARO LUNA JÁCOME
Intenso fue el tiempo en que el Maestro instruyó a
aquellos que llamaría desde lo ordinario de su vida. Hombres al modo de la
situación histórica en que estaban. No fueron llamadas grandes personalidades,
fueron llamados hombres, hombres que comparten entre ellos y con toda la
humanidad la herida del pecado, cuyo pago es la muerte. Esos fueron los
seguidores y testigos de que el precio ha sido absuelto. Son los testigos de la
Vida.
Ahora, al recordar y
celebrar este acontecimiento: la Pascua, y a ejemplo de aquellos hombres que
legitimaron cuanto habían visto y oído, los cristianos nos convertimos en
testigos de la vida y de todo cuanto la defiende. Ya Uno la ha defendido con la
suya y le ha devuelto su valor originario. La resurrección, habiendo trascendido espacio y tiempo, ha abrazado la
humanidad hasta lo más profundo de su realidad y le ha dado el respiro certero
de la eternidad que anhela.
Jesucristo resucitado deja
de ser un mito, cuando la fe, creyendo, lo proclama convincentemente y la razón
lo avala. ¡Es la corona del cristiano! Donde la muerte no tiene la última
palabra. Y no como mero consuelo ante el deseo de inmortalidad del hombre, sino
como condición fundante que sostiene la realidad material y formal del hombre.
Somos seguidores del
Maestro, sabemos cuál es el camino, conocemos el ardor de la misión, somos
testigos de lo que hemos visto y es eso lo que hemos llevado a los lugares
donde la Iglesia ha celebrado el acontecimiento del amor.
Muchas comunidades y
personas han reavivado en estos días el gozo de su salvación, desde que
portaron como seguidores la palma de la victoria hasta que en medio de la
oscuridad encendieron la luz que disipa las tinieblas. Y ese gozo tiene que
permanecer, pues él es el impulso que nos llevará a ser los testigos de la vida
que requiere el mundo de hoy.
La creación entera aguarda
a una con la humanidad, que los seguidores de Cristo se conviertan en testigos
creíbles, los cuales señalen el Camino, que proclamen la Verdad, que defienda
la Vida. Y la resurrección de Cristo avala la trascendencia de esta petición.
¡Feliz fiesta de la Vida! ¡Felicidades por tu victoria frente a la muerte!
¡Felices pascuas de Resurrección!
Al principio: ¿Logos o irracionalidad?
POR ANTONIO
OVANDO CIGARROA
Una de las principales
interrogantes que perennemente acompañan e inquietan, sobremanera, al filósofo,
y a toda conciencia noble que se pregunta sobre el porqué de las cosas, tiene
que ver, principalmente, con la búsqueda del fundamento.
Ya
desde el esplendor clásico griego, en el despertar de la razón, constatamos,
como primer gran planteamiento heurístico, la pregunta sobre el arjé. Las inteligencias más brillantes
de aquel memorable tiempo fueron inquietadas de forma irresistible por tal
planteamiento: ¿de dónde proviene todo cuanto existe?, ¿hay un fundamento
omniabarcativo, totalizador y garante de la permanencia del ser?, ¿acaso el fieri –constante devenir, morir y nacer-
obedece a un ciclo eternal que también difumina en el espacio y en el tiempo a
la existencia humana?, ¿en dónde descansa el soporte que sostiene la gran obra
arquitectónica que supone el universo y todo cuanto hay en él?
El
afán de formular un principio que fundamente la totalidad, al parecer, obedece
a un impulso infranqueable de lo propiamente humano que se resiste al
sinsentido de la existencia o la futilidad del ser. Acusa, además, una
respuesta imperativa que sitúa al hombre de cara a una verdad desconcertante:
la fugacidad de su ser, y por tanto, la imposibilidad de sostenerse a sí mismo,
descubriéndole así la realidad de su naturaleza: creatura finita, limitada,
mudable, mortal y contingente.
Ante
este dilema, que trastoca lo más profundo de la existencia humana, han sido
diversos los planteamientos formulados a lo largo de la historia. Todos ellos,
finalmente, pueden sintetizarse en por lo menos dos posturas bien
diferenciadas: la primera que deposita el fundamento en un principio irracional
–como por ejemplo, la fuerza ciega e inconsciente del azar y la necesidad-, y
otra que apela a la acción eficaz de un autor con Logos.
En
el primer caso, por cierto en modo alguno descartado ni desacreditado, incluso,
por la ciencia, nuestra existencia deja de ser excepcional y extraordinaria. El
fundamento es caótico e ininteligible. Que contradicción expresa: lo racional
es producto de lo irracional. Nuestro ser es entregado al sin sentido, al
vacío, al absurdo.
En
el segundo caso, nos situamos bajo la idea de un fundamento consistente. Hay
una Razón Eterna, inteligencia primordial y ordenadora que ha dejado su
impronta en el cosmos entero y que, además, ha impreso un sentido a cada
creatura existente.
Aquí
es donde el desconcierto y el sobresalto que el hombre experimenta ante la
realidad de su naturaleza es objeto de un giro que supera al copernicano y al
kantiano: su contingencia deja de ser irrelevante. El fundamento le coloca en
una posición cúspide de inigualable grandeza: no es algo indiferenciado
arrojado al mundo, sino un tú afirmado por amor. Entonces, si dentro de la
búsqueda de un fundamento primordial lo que pretendemos es situarnos en una
posición consistente que dé sentido a todo el concierto cósmico, en el que la
existencia humana se nos presenta como lo más extraordinariamente sorprendente,
necesariamente tenemos que remitirnos a una acción fundante que ha prepensado
con inteligibilidad todo el universo: el Logos Creator, Razón Creadora y
Eterna.
En memoria a Emilio
POR SOFÍA GALLARDO
“Todo cuanto nos hace falta al nacer,
y cuanto necesitamos siendo adultos,
eso lo debemos a la educación”.
Jean-Jacques Rousseau
Ya han pasado casi doscientas treinta
y cinco primaveras desde el año luctuoso de quien alzaría la voz para denunciar
las decadencias de su época sin pudor y sutileza: las campanadas parecen
resonar con mayor estruendo, las calles han cambiado de par en par su
apariencia, las personas visten en matices distintos, los pensamientos son
engendrados en otras cunas, pero el eco de la impunidad aún se deja escuchar.
Entre líneas que
revelan lo pobre del alma, las carencias
de la multitud, los males del mundo, el egoísmo, avaricia, vanidad y ambición
de (casi) todo hombre inmerso en un estado, Emilio surge para sacudir lo
establecido. Jean-Jacques Rousseau hizo de
éste un personaje que enfrentaría todos los pormenores de la realidad
desde su mundo ficticio, encarando cada enseñanza con la sabiduría del momento,
madurando serenamente y sin despojarse de aquello que sólo a él le pertenece.
La educación no
es adiestramiento, retención o un mero
artificio que ocupe al ser humano para no extraviarse en el ocio; la educación
es un arte, una aventura emprendida perpetuamente en tierras distintas, lenta,
ardua, de toda la vida y que no confiere descaso alguno, esa es la impresión
que uno se guarda tras leer el Emilio, o de la educación de Rousseau.
Impresión que en medio de un paisaje desolador, estéril, escueto y actual, nos
alienta a perseguir la perfección de un aprendizaje y desarrollo por siempre
inacabados: el hombre tan impulsivo, voluble, en ocasiones impredecibles y en
otras no tanto, se autoproclama como eterno partidario de la verdad.
¡Aclamemos por
Emilio! Por el Emilio genuino, hábil, observador, activo, sensible, empático,
prudente; ése que es necesario nuevamente para despertar las conciencias que
día a día entierran en la oscuridad el oficio del saber; que hacen embriagar de
ignorancia el espíritu; y ahuyentan el anhelo de la incertidumbre del porqué.
Sí, aclamemos por Emilio, pues después de disiparnos en un progreso aparente,
caemos en la cuenta que vivimos en un avance hostil, perezoso, indiferente, que
se jacta de crecer entre deleites, pero que ha olvidado lo poderosa que es su
voz cuando concede certeza y gratitud.
ESTO YO NO LO SABÍA…
No violencia
POR RENÉ GÓMEZ COLOHUA
Martin Luther King desarrolló una labor crucial: el movimiento por los derechos civiles para
los afroamericanos y protestas contra la pobreza en general
y
la
discriminación racial, todo
esto a través de medios no
violentos; su labor se orientó especialmente hacia la oposición de la guerra y
a la lucha contra la pobreza. Fue condecorado con el Premio
Nobel de la Paz en 1964.
… PERO AHORA YA LO SÉ.
FRASE DE LA SEMANA
“Lo matarán y al tercer día resucitará”
Jesucristo
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