E
D I T O R I A L
El engrane sigue
girando
Restablecidos
todos los servicios educativos y gubernamentales, nuevamente las calles de
Xalapa y de numerosas localidades de nuestro país y de otras partes del mundo
se ven atiborradas de vehículos y camiones esquivados por peatones que
atraviesan cuando encuentran la menor oportunidad. Siempre es difícil el inicio
de cualquier empresa: de los niños que por primera vez están en los colegios y
extrañan la comodidad de su hogar, de los estudiantes que están a la expectativa
de las nuevas materias y maestros, de quienes trabajan y ven el futuro de
nuestro país, etc. Pero el engrane sigue girando. La organización de fiestas
debe continuar para hacer un pequeño alto en medio del ajetreo de las
actividades. Esta semana les toca a los abuelitos, a los adultos en plenitud a
quien mandamos nuestros parabienes. Ya están en fila las demás celebraciones
que poco a poco traerán esparcimiento y desviarán la atención de los problemas
del país. Ánimo, aquí nos tocó vivir y hay que afrontarlo de la mejor manera
posible, comprometiéndose por el desarrollo y el bien común, porque quienes no
lo hacen están faltando a la fraternidad humana y eso, se puede considerar un
retroceso para los que vamos jalando parejo.
I
N T E R – N O S
Cambios
en el país
Ya
huele a nuevo sexenio, el día 29 rendirán protesta los nuevos senadores, el 1 de
septiembre se instalará el Congreso de la unión y el día 4 tendrán su primera
sesión en la Cámara de senadores. También el mismo 1º se espera el último informe
del actual Presidente de la República. Siempre se tienen esperanzas en cada
renovación, ojalá perduren y no acaben cual lombriz bajo los rayos del sol.
Nuestro
México
Aunque
hemos sido testigos que se comercia con el dolor y la necesidad ajena en casi
todas partes del mundo, en México hasta causan risa y coraje a la vez. En el
municipio del Espinal, en nuestro Veracruz, se diagnosticó la presencia de
dengue clásico y hemorrágico, deciden fumigar de manera particular por la falta
de cobertura del gobierno. Pero ¿qué ha pasado? Algunos se pasan de vivos y
ponen en las bombas líquido fabuloso. Aunque aromaticen, no es de humanos.
Nueva
Jerusalén
Los
conflictos que nos han presentado los medios de comunicación de esa secta del
estado de Michoacán sirvan para una reflexión: que la población se instruya
adecuadamente en materia de religión para no dejarse manipular, que se tenga un
exquisito cuidado con los seminaristas para conocerlos en sus virtudes y
limitaciones, para formarlos adecuadamente y ofrecer al pueblo de Dios
confianza y no amenazas.
La visita
POR CYNTHIA ESTHER ALARCÓN MÚGICA
Llego a la calle que tanto añoré en mi
infancia, veo y descubro el mismo árbol; toco la puerta que antes veía enorme y
con un paso lento te diriges a abrirme; al mirarme tu cara es de asombro,
entiendo que te sorprende mi visita, la escuela, el trabajo, las ocupaciones de
siempre, los pretextos que acompañan mi humanidad son los que me habían
impedido venir a verte. La sorpresa se transforma en sonrisa y un abrazo tibio y
tembloroso: “mija, ¿cómo estás?”.
Te
miro con cara de amor arrepentido, temo que me reclames que no me has visto en
meses, sin embargo me pides que entre y me ofreces un plato de sopa caliente.
La sopa me sabe igual que siempre, los años no han aminorado tu sazón. Me
cuentas de tus costuras, tu dentadura que no pega, el recuerdo del amor de tu
vida que hace que se asome tu llanto: “si él estuviera aquí…”. Termino la sopa
y pretendo lavar el plato, me insistes que lo deje ahí.
Entras
a tu cuarto y buscas algo en el cajón de tu tocador, sacas una foto pequeña y
me dices: “¿te acuerdas?”. Era yo en mi foto del jardín de niños, las
remembranzas se me agolpan en el pecho. Recuerdo que mis papás me pasaban a
dejar a tu casa y tú me llevabas siempre; teníamos que estar 9am en punto. Un
día se me olvidó la lonchera en el coche y me regalaste unas galletas marías y
una botellita con agua, siempre te preocupabas por mí y esperabas en la reja
hasta que me metía a mi salón.
El
sentimiento es demasiado y no lo contengo, me aprieto los ojos para limpiarlos
de pasado, te miro el rostro y te digo: “te quiero abuelita, te quiero”. “Y yo
a ti, mija, y también te extraño, ya sabes que esta es tu casa cuando quieras
venir”. El reloj me avisa que ya es hora del adiós, me despides con un beso y
te prometo volver pronto. Mientras camino comprendo que no he aprovechado el
tiempo, la vida sin duda ha pasado y hasta hoy lo entiendo: mi abue no estará
conmigo para siempre y es preciso amarla hoy.
¿Apostolado?
POR ADOLFO CORTÉS GARCÍA
Iniciamos
oficialmente el periodo anual de apostolado en el seminario; cada año los
seminaristas salen con gusto y entusiasmo a distintas comunidades de la Arquidiócesis
para prestar su servicio y así realizar el mandato que Jesús le hizo a todo
aquel que lo quisiera seguir: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes”
(Mt 28,19).
Ante
algunas inconformidades de ciertos radicales, a los que no les parece la mejor
idea llamar a este servicio “apostolado” sino únicamente “impartir catecismo”,
es debido señalar que antes de impartir catecismo en una comunidad, se realiza
un envío a todo aquel que lo quiera hacer no con sus simples esfuerzos sino con
la ayuda del mismo Espíritu, quien ilumina y guía a los apóstoles (enviados). Cabe
mencionar que la palabra “apóstol” se dice de todo aquel que en nombre de
Jesucristo es enviado a hacer discípulos a todas las gentes, tal como lo dice
el Evangelio de san Mateo, y es bueno hacerlo no en nombre propio sino en
nombre de Jesús.
Por
eso en el Seminario se realizó una misa de envío a cada lugar donde se hace
necesaria la ayuda de los seminaristas, que dichosos emprenden su servicio
apostólico a las distintas parroquias e instituciones sociales. Se espera de
este apostolado que los seminaristas rescaten el mayor provecho del servicio y
desarrollen una conciencia de discípulos y misioneros, según el modelo de
Jesucristo Buen Pastor, como lo estipula el objetivo de la dimensión pastoral
del Seminario en su etapa de filosofía.
En
este apostolado que ayer iniciaron los seminaristas “filósofos”, también se
espera que ellos den un testimonio de fe y de vida cristiana de la cual
compartirán con las personas más y menos allegadas a la iglesia; todo esto como
un ejercicio pastoral, que como requisito, si se quiere ver así, debe tener un
futuro sacerdote.
De
esta manera el seminarista ejerce una función importante como el servicio, el
servir que con la sola palabra implica mucho, como el estar en plena
disponibilidad de hacer algo para otros sin recibir elogios o premio
materialmente posible, donde se esfuman los egoísmos y se piensa en los demás,
en el que se aprende de igual manera a no hacerse de un nombre, sino a
proclamar a un hombre, Jesús, el Dios encarnado.
La
esperanza es que cada seminarista antes de partir a su apostolado diga: “mi
deseo es encontrar al Dios Desconocido y servirle, servir en su nombre a los
hombres”, palabras descritas por Taylor Caldwell, de la infancia del apóstol
San Lucas en Médico de cuerpos y almas,
al Dios Desconocido que en el futuro se iba a encargar de anunciar.
FOTÓGRAFO:
POR TOMÁS VÁZQUEZ VÁZQUEZ
San
Agustín
POR
JUAN PABLO ROJAS TEXON
Hay hombres a
quienes la muerte nunca se los lleva por completo. Por sus magnas obras y su
ánimo inquieto, por su juicio perspicaz y voluntad abnegada, esos hombres
alumbran nuestros pasos desde el más allá aun en los senderos más sombríos de
la existencia. Tienen tanto que revelar y tan pocos oídos contra los cuales
romper en mil voces distintas sus inflamadas vivencias que se vuelven
imprescindibles para los espíritus especulativos de cada época. Se trata, pues,
de hombres que viven entre el cielo y la tierra, el pasado y el presente,
hombres de ayer, hoy y siempre a quienes no podemos más que admirarles con el
ímpetu de nuestro intelecto y venerarlos con el derramamiento de nuestro entero
corazón. Uno de esos hombres es, sin duda alguna, san Agustín de Hipona.
Númida de
origen, llevó en la sangre el fuego indómito de África a lo largo de su vida,
turbulenta como el mar que se precipita sin clemencia contra las duras
escolleras. Desde la infancia y hasta bien entrada su madurez fue una infeliz
oveja escapada del rebaño, incapaz de soportar el pastoreo, que incontables
heridas en el alma produjo a su madre. Él mismo se confiesa culpable de haberse
dejado inundar por una sobredosis de perversión, pecador que gozó a plenitud el
robo en sí mismo, que quiso ser malo sin recibir nada a cambio, motivado a la
maldad sólo por la maldad misma. Súbitamente ese es el Agustín que sentimos más
cercano: el que amó su perdición, sus deficiencias y su degradación. Detrás de
su grandeza reposa un hombre común, muy próximo a nosotros: lleno de
debilidades, de un poco de escoria mundana, entusiasta contendiente de los
placeres que proveen las mujeres, el lucro y la fama.
A los treinta y
tres años, sin embargo, da un paso que cambia de manera radical su vida y la de
toda la Iglesia. Decidido a tomar parte en el ejército de Cristo, un sábado
santo jura tres veces ante el obispo Ambrosio obedecer las leyes de Dios y tres
veces renuncia a Satanás y a sus obras. Y así como los viñedos de la costa
mediterránea se nutren por las noches con la brisa que les llega del mar como
una refrescante caricia, así el pensamiento cristiano se nutrió durante los
diez siglos que abarca la Edad Media con el generoso entendimiento y la
exquisita sensibilidad de Agustín, quien hace tanto aspiraba a la verdad y
logró hallarla en el más divino de los verbos.
Difícilmente
llegaremos a tocar fondo en un corazón tan hondo y una inteligencia desmesurada
como los de esta inquieta alma africana. Lo que queda a todas luces es que se
trata de un hombre de fe, entregado a su Dios y comprometido con la Iglesia.
Más que genuino orador y exégeta instruido, más que descomunal filósofo y
teólogo de admirables vuelos, es un místico cuya alma, sedienta de plenitud, se
sacia en todo momento en el amor de Dios. Y es que en cada una de sus plegarias
descubrimos una minuciosa solicitud al Señor.
En una de sus Epístolas se revela como “un hombre que
escribe a medida que va progresando y que progresa a medida que va
escribiendo”. Y, en efecto, de sus palabras emergen el más vivo color y la más
honda huella de la experiencia propia, es un hombre franco que siente lo que
dice. A través de ese poder insuperable que posee para expresar emociones nos
damos cuenta que el Dios del que habla no es una simple idea por conocer, sino
una realidad viviente en la que es preciso regocijarse, y que el cristianismo
no es tan sólo un repertorio de doctrinas, sino un modo de vida que ha de
dirigirse conforme el evangelio.
La sensualidad
desenfrenada, herencia de su padre, y el misticismo amoroso, regalo de su
madre, hicieron de san Agustín uno de esos hombres rarísimos de encontrar en la
historia por sus alcances universales, uno de esos seres a los que San Gregorio
Magno llamaba superhombres por saber las cosas divinas; es, pues, un hombre
“sin vacíos”, digno de imitación.
Un veintiocho de
agosto del año 430, luego de más de cuarenta años de férvida espera cristiana,
el impaciente corazón de Agustín retornó por fin a los brazos del Señor. Hoy su
cuerpo se ha convertido en polvo, su alma reposa en la eternidad. Sin embargo,
queda a nuestro alcance su legado más precioso, su obra, un tesoro el cual, una
vez fundido en nuestro espíritu con la más hirviente de las fraguas, nadie
habrá de arrebatarnos jamás.
ESTO YO NO LO SABÍA…
Primer informe presidencial
POR ISMAEL ROJAS LÓPEZ
Fue el 1º de enero de 1825 cuando el
México independiente escuchó su primer informe presidencial. En esa ocasión el
general Guadalupe Victoria, aún sin estar obligado por la ley, se presentó ante
el Congreso para dar cuentas de su gobierno. Esta tradición iniciada por el
general está ahora estipulada en el artículo 69 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos.
… PERO AHORA YA LO SÉ.
FRASE DE LA SEMANA
“La medida del amor es amar sin medida”
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