Su verdadera condena…

por Casas

E D I T O R I A L

¿Qué aprendemos?

Alguno nos pregunta por qué estudiamos Filosofía y no nos dedicamos única y exclusivamente a aprendernos de memoria toda la Biblia porque, según él, éste debiera ser nuestro ministerio. Pero, desde el principio, desde el siglo I, los primeros cristianos se confrontaron con autores que tenían otro sentido de la vida, otro pensamiento sobre las cuestiones últimas y que veían lo nuestro como una cosa despreciable y hasta ridícula. Hay que recordar todas las citas que hace Orígenes de Celso que, imbuido en el estoicismo, creía que su filosofía era muy superior a lo que de Jesucristo hemos recibido. Nosotros sabemos también hoy que son muchos los que, de una u otra manera, tienen en muy poco nuestra fe y nuestra esperanza. Por otro lado, los grandes pensadores han hecho aportaciones muy importantes que nos ayudan a entender mejor la Palabra de Dios. Una de las cosas nuevas es precisamente la renovación de la Hermenéutica, que nos hace ver que sin “prejuicios” –o sea, precomprensiones- no se puede entender ningún texto y menos los escritos de la Antigüedad. Por eso tenemos mucho que aprender, mucho que estudiar.

C O N C I L I Á B U L O

Se nos fue el padre Villarreal

Habiendo cumplido los 90 años y lleno todavía de humor y entusiasmo, el padre Bernardo Villarreal, el más venerable de todos los presbíteros de la arquidiócesis de Xalapa, fue llamado por Dios. Dos veces lo habíamos citado en Concilio, porque su obra poética y, sobre todo, su amor por Coatepec nos parecen cosa de maravilla. Pero también era grande como sacerdote. A un reportero le dijo: “He sido muy feliz en mi vida sacerdotal, y, si tuviera que nacer de nuevo, escogería el camino del sacerdocio. Nada extraordinario ha sucedido en mi vida: todo muy normal y ordinario. Nada de éxtasis místicos ni visiones sobrenaturales. Todo ha estado de acuerdo con mi ministerio sacerdotal”. Dios tenga en su seno a este hombre santo y bueno que para todos nosotros era un ejemplo de sacerdote y de hombre culto.

7 llaves

Acaba de aparecer en la Facultad de Filosofía “Rafael Guízar Valencia” una revista fotocopiada que se llama 7 Llaves, una iniciativa desde abajo y hasta nuestra secretaria, Francisca Zaragoza Pavón, es colaboradora. Esperamos que dure, porque alguien nos ha dicho que cuando los estudiantes dicen que van a sacar un periódico o una revista, hay que tomarlo muy en serio; va a salir el número de una revista o de un periódico, pero no dos ni tres.

La unidad de los cristianos

Esta semana se reza, de manera especial, por la unidad de los cristianos, que es una iniciativa nacida fuera de la Iglesia católica y nos parece algo excelente. Hay que recordar que están en marcha procesos de reunificación: con los lefebvrianos, con los anglicanos, con los ortodoxos. Esto último es una cosa nueva porque el patriarca anterior de Moscú parece que no quería tener nada que ver con la Sede de Pedro.

Lo de Haití

Lo de Haití nos preocupa terriblemente y, desde luego, renueva una vez más la objeción clásica contra la Providencia Divina: “¿Por qué Dios permite que pasen estas cosas?”, y para decirlo de manera popular: “¿Por qué al perro más flaco se le cargan todas las pulgas?”. Así como el orden y la belleza del universo nos lleva a Dios, así las catástrofes y el mal nos parecen separar de Él. Sus caminos, en verdad, no son nuestros caminos (Is 55, 8), como lo veía el santo Job.


El científico católico, padre de la ciencia moderna: Galileo Galilei


por Cristóbal J. Ubaldo García

Hablar de ciencia y religión resulta difícil en ocasiones, dado que muchos piensan que se trata de dos áreas netamente distintas. Sin embargo, ha habido personas que han dedicado su vida por tratar de conciliar la ciencia y la fe; un claro ejemplo es el noble florentino Galileo Galilei, quien siempre se consideró católico e intentó mostrar que ambas disciplinas colaboran en la búsqueda de la verdad, por lo que defendió que el copernicanismo no se oponía a la doctrina católica.
El “Caso Galileo” que trata sobre el proceso del juicio y la condena que se dio en contra del padre de la ciencia moderna “Galileo Galilei”, por parte de la Iglesia Católica, deja ver cómo el hombre puede ser verdadero científico y verdadero hombre de fe al mismo tiempo. El caso puede ser tratado desde diversos puntos de vista: aquí se tratará de resaltar la figura de Galileo como el hombre que supo trabajar en la búsqueda de la verdad, reconciliando la ciencia y la religión.
De dicho suceso cabe resaltar las siguientes ideas: que el ilustre científico no fue ejecutado por la Inquisición, ni condenado a muerte, ni torturado, ni se le pegó, o sea, que no hubo ninguna clase de maltratos físicos; sino que fue condenado a prisión. Pero nunca llegó a estar en la cárcel, ni durante el juicio ni después, porque teniendo en cuenta sus buenas disposiciones, fue inmediatamente conmutada su condena a cárcel por arresto domiciliario. Por lo que desde el proceso hasta su muerte, vivió en su casa donde siguió trabajando con intensidad, hasta publicar en época posterior a su juicio de 1633, su obra científica más importante Discursos y demostraciones en torno a dos nuevas ciencias. Se mencionan los anteriores enunciados porque en varias ocasiones se han tergiversado los datos, con el fin de tomar el acontecimiento para crear mala fama a la Iglesia y tacharla como retrógrada en el campo científico.

Ahora bien, con Galileo Galilei se recibe una lección de cómo sí es posible tratar ciencia y religión en conjunto, para hablar de la verdad del universo. Pues a pesar de que al noble florentino le tocó vivir en una época donde la máxima autoridad intelectual dominante de toda Europa era la Iglesia Católica con sus ideas teológicas y sus conocimientos basados en la concepción aristotélica del cosmos, siendo ésta la fuente principal y el punto de apoyo para la práctica astronómica, Galileo actuó con astucia y cautela, debido a que sus propuestas eran contrarias a la concepción anterior, por lo que expresó por un lado su amor y respeto a la Iglesia Católica, comentando que sus ideas científicas no refutaban a las Sagradas Escrituras, ya que sí ambas buscan la verdad no era posible la contradicción. Luego entonces, había que interpretar de otra manera el texto Sagrado, pues es cierto que la Biblia no se equivoca, pero los que la interpretan sí pueden hacerlo. Por otro lado, Galileo trató de demostrar a través del método experimental, el cual comenzaba a nacer con él, que sus estudios apuntaban hacia una certeza (el heliocentrismo) que superaba la cosmología peripatética (ya que ésta proponía el sistema tolemaico, o sea el geocentrismo, para explicar el universo). Sin embargo, a pesar de que el padre de la ciencia moderna había realizado unos descubrimientos astronómicos importantes y que se los habían reconocido, no podía demostrar el movimiento de la Tierra de forma evidente ya que la ciencia moderna prácticamente no existía y no se contaba con los medios necesarios para lograr tal verdad.

Por otro lado, algunos eclesiásticos (el cardenal Belarmino, el papa Urbano VIII y muchos otros clérigos y laicos), al igual que la mayoría de los profesores universitarios, pensaban que el movimiento de la Tierra era absurdo, porque contradecía a muchas experiencias ciertas y, si existiera, debería tener consecuencias que de hecho no se observan. Por lo que no era fácil tomarse en serio el copernicanismo. Con las propuestas científicas del florentino no se alcanzaba a demostrar la verdad de la teoría.

De este modo, no es que los eclesiásticos se opusieran al progreso de la ciencia: durante un viaje a Roma que realizó Galileo en 1611, se le tributó un gran homenaje público en un acto celebrado en el Colegio Romano de los jesuitas, por sus descubrimientos astronómicos. El problema radica en que no consideraron que el movimiento de la Tierra fuera una verdad científica, pues estaban convencidos de que nunca podría demostrarse. De tal manera se puede decir que la Iglesia acertó al refutar y no aceptar como verdadera la propuesta científica que sostenía Galileo, ya que los medios con que intentaba demostrarla (la prueba basada en las mareas) eran erróneos. Sin embargo, el florentino acertó al proponer que no debía haber oposición entre las Sagradas Escrituras y la ciencia, y por tanto, había que interpretar la Biblia no de modo literal, sino que en otro sentido.

Con este ejemplo se percibe que ciencia y religión no están peleadas, sino que ambas se pueden colaborar y brindarse ayuda en la búsqueda de la verdad. De tal modo la Iglesia hoy en día cuenta con personas dedicadas a la ciencia, como es el Consejo Pontificio de la Cultura (programa de investigación en ciencia y religión), porque es consciente de que debe hacer uso de todos los medios que le sirvan para conocer la verdad del mundo, del hombre y de Dios. De igual manera se puede decir que el caso Galileo no afectó seriamente al progreso de la ciencia, al contrario sembró la semilla que dio fruto inmediatamente para que se abriera paso el nuevo método científico.


La perseverancia, compañera de toda la vida
Pablo, modelo para los cristianos

por Moisés A. Martínez Mtz.


Mañana, 25 de enero, la Iglesia celebra un acontecimiento importante que fue clave para su expansión y propagación durante sus inicios: la conversión de Saulo de Tarso, mejor conocido como san Pablo. Además, todavía recordamos que la Iglesia consagró como año jubilar del aniversario de su nacimiento de junio de 2008 a junio de 2009; fue un tiempo propicio para profundizar en su persona, y tomarlo como modelo de vida cristiana.
Quizá la mayoría de la gente tenga un conocimiento claro sobre este personaje: fue un hombre adoctrinado en la ley mosaica por el rabino Gamaliel, estaba en contra de la doctrina cristiana, y, según cuenta la Biblia, en su camino a Damasco para aprisionar a los cristianos tuvo una experiencia divina que le hizo cambiar y plenificar su persona, desde entonces se dedicó a la predicación de Jesucristo, hasta que en el año 67 muere decapitado durante la persecución del emperador Nerón en contra de los cristianos.
Pero, ¿por qué los “modelos” de hombres que la Iglesia propone nunca pasan de moda? ¡Porque siempre hay algo qué aprender de ellos! El hombre está en un constante conocimiento y aprendizaje, y por esta razón es conveniente mirar con frecuencia a estos personajes para imitarlos en algunas actitudes y así poder responder a las exigencias que el mundo reclama.
De Pablo se pueden resaltar muchos valores: fidelidad a la vida, actitud coherente, cambio de vida ante una realidad evidente, capacidad de diálogo con otras culturas, su enseñanza sobre ética y doctrina; él es ejemplo de evangelizador y de perseverancia. ¿Perseverancia?
Hablar de perseverancia en el 2010 –y más aún practicarla – es un valor demandante como lo fue en el tiempo de Pablo. Mantenerse constantes en las responsabilidades diarias no es nada fácil. Se necesita de valor y convencimiento para mantener hábitos buenos o virtudes –como las llama Aristóteles- en las buenas y, más aún, en las malas.
Es difícil entender lo que llevó a Pablo a perseverar en el anuncio de Jesús a los hombres de su tiempo, pues cualquiera renunciaría a un compromiso si éste le trae azotes, lapidación, asaltos, trabajos y fatigas, noches sin dormir, hambre y sed, días sin comer, frío y desnudez, y preocupaciones; todo esto san Pablo lo pasó, y a pesar de todo no se echó para atrás. (Cfr. 2 Cor 11, 23-28)
Lo que de hecho alegra y motiva es que sí estamos aprendiendo de estos “modelos” que la Iglesia propone. Hay hombres que perseveran en la vida como lo hizo el mismo Pablo. Es cercana, por ejemplo, la figura del presbítero y filósofo José Benigno Zilli, quien reconoce siempre como la gracia de las gracias a la perseverancia. No sabemos dónde lo aprendió, pero es un prototipo de actitud paulina. Además, no sólo lo dice de palabra, sino que su vida lo respalda: podemos encontrar en su blog spot gran parte de lo que ha sido su trayectoria, y de veras que es ardua.
Los “modelos” que la Iglesia propone para catequizarnos siguen dando resultados. No dudamos que más personas se esfuercen por llevar una vida moralmente buena y, si queremos trascender más, cristiana. Lo que sí es un hecho es que la perseverancia es la compañera de toda la vida en cualquier cosa que nos propongamos.


ESTO YO NO LO SABÍA

¿Se cayó del caballo?
por Mario A. Cerdán Salas


Desde los primeros siglos, en la vasta y rica iconografía cristiana, se ha plasmado la imagen de san Pablo apóstol cayendo de un caballo en el momento de su encuentro con Cristo Jesús, en su camino a Damasco; hasta aquí esto parece normal, pero tomemos en cuenta que la Biblia no dice nada acerca de que Saulo cayera de un animal. Textualmente dice que “lo envolvió una luz cegadora”, cayó por tierra y quedó ciego tres días. Para interpretar esto, se recurre a la Tradición, la cual nos dice que Saulo, por ser un perseguidor y haber emprendido un viaje para detener a los cristianos, debió utilizar un medio de transporte seguro y rápido para llegar a Damasco, de ahí el equino; otra interpretación consiste en ver aquí una alegoría: cayó de su propio orgullo e idealismo farisaico.

… pero ahora ya lo sé.


FRASE DE LA SEMANA:
“Todos los hombres deben tropezar con frecuencia para llegar a la verdad.”
Og Mandino

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