E D I T O R I A L

“En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común” (1Cor 12, 7)


Hoy es Domingo de Pentecostés y, al mismo tiempo, día especial dedicado al Seminario. Como es sabido, el santo Rafael Guízar Valencia dejó en nuestro pueblo un grande amor por los seminaristas y sacerdotes, por más humanos y débiles que sean. Ahora que es Pentecostés, recordamos que los sacerdotes están ungidos por el Espíritu Santo en su cabeza y en sus manos para que puedan coordinar y santificar las comunidades cristianas. “Santos y sabios” sacerdotes pedía el señor Guízar. Nosotros nos atrevemos también a pedirlo hoy, en el día de Pentecostés, y a recordar a todos que, de manera especial, los que tienen el carisma de dirección necesitan del Espíritu Santo: “porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia, según el mismo Espíritu…” (1Cor 12, 8).

C O N C I L I Á B U L O

El día del Seminario

Por causa de la crisis de la influenza, se atrasó el día dedicado especialmente al Seminario. Lo hacemos hoy. Es maravilloso ver a los que “botean” para que entre todos –poco a poco – a esta institución que es el Seminario y que es tan costosa no le falte lo necesario. Hay que agradecer a los párrocos y a los fieles, especialmente a los que se mueven en las esquinas, en las calles, para esta tarea tan humilde de pedir por el Seminario.
Los exámenes y las tesis

Con todas las crisis que hemos tenido, no podemos olvidarnos que llegan los exámenes finales y que los de cuarto año de Filosofía y de Teología tienen que entregar su tesis. Sabemos bien que no se trata de obras originales o extraordinarias, sino de ejercicios de redacción y de pensamiento propio, porque nosotros –lo volvemos a decir – estamos lejos del “Magister dixit”. Ejercitamos la razón lo más que podemos, sin olvidar ni despreciar nunca el puñadito de verdades que de Dios mismo hemos recibido, o la fe contenida en el Credo.
La sorpresa
En la reunión de maestros de este año, la sorpresa fue que las mujeres se llevaron los primeros lugares en todos los cursos: Claudia López Moreno, Liliana Sosa y María del Rosario Amieva. El padre Sotero Domínguez –nuestro psicólogo – se preguntaba qué podría significar esto y señalaba que, desde luego, no había rastro de misoginia en los grupos del Seminario, todo lo contrario. Estamos muy contentos con estas maestras y, en general, con todos nuestros maestros.

¿Se acabarán los libros?

Una y otra vez se vuelve a preguntar si los libros se van a terminar por causas de la tecnología del Internet. En una celebración a Sergio Pitol, Juan Villoro, citando a George Steiner, dijo que él es un optimista de la catástrofe, porque cada vez que hay un desastre los libros demuestran que son imprescindibles. “Si hay problemas, habrá libros. Los libros serán un remedio necesario”. La Universidad Veracruzana con toda razón ha reconocido con grandes alabanzas la obra de Sergio Pitol –el Premio Cervantes–, esta vez como editor de una colección de libros de excelencia.

Se cierra un ciclo en el Seminario
por José Carlos Moreno Barrera

Los rayos del sol iluminaban el interior del salón Anexo de Seminario Arquidiocesano de Xalapa, a través de sus amplios ventanales. En él se escuchaban los cantos del coro que estaba ensayando; mientras seminaristas, profesores e invitados llegaban y tomaban su lugar. El altar revestido de color blanco, adornado de flores del mismo color y en el fondo un crucifijo. Todo preparado para celebrar la clausura de curso escolar 2008-2009 con una solemne celebración eucarística, que se realizó el miércoles 27 de mayo y fue presidida por monseñor Hipólito Reyes Larios.
Una cruz alta y ciriales se levantaron, y el coro entonó su emotivo canto, todo indicaba que la celebración daba inicio siendo las 19:05 horas. Empezó con una procesión de la parte trasera y pasó en medio del amplio salón hasta llegar a la parte de enfrente. Los acólitos la encabezaron, detrás de ellos, seminaristas que serían presentados como candidatos a recibir las órdenes sagradas, le seguía todo el equipo formador revestidos uniformemente con su alba y estola, y por supuesto, la presencia del arzobispo de la Arquidiócesis.
Una vez que todos los sacerdotes tomaron su lugar en la parte de enfrente, don Hipólito dio la bienvenida a los presentes y por supuesto que no faltaron los aplausos. Toda la celebración transcurrió normalmente, lo que causó la atención de cada uno de los participantes.
Durante la homilía el Arzobispo destacó el papel de las lecturas leídas. Él dio un mensaje alentador y animó continuar no importando lo que se pudiese presentarse y exclamó: “Todos lo que seguimos a Cristo, tenemos que prepararnos para el sufrimiento”. Después de la homilía se realizó un acto muy significativo, el cual consistió en presentar a los candidatos para recibir la admisión a las órdenes sagradas.
El padre rector, Roberto Reyes Anaya, dio lectura de los nombres de los jóvenes que recibirían la admisión. Mientras decía el nombre de cada uno de los seminaristas, ellos se fue acercando y se presentaron frente al Arzobispo y decía con énfasis: presente. Los nombres de esos seminaristas son: Irineo Luna, Luis Escobar, Guillermo García, José Isabel Méndez, José Alejandro Pérez, y Ricardo Antonio Saldaña. Todos ellos se pusieron frente al Obispo, quien les hizo una serie de pregunta y ellos con fuerza contestaron: “Sí quiero”. Después de esto, se arrodillaron y los bendijo.
Al terminar este rito, don Hipólito Reyes Larios, felicitó a cada uno de los jóvenes admitidos a las órdenes sagradas, y posteriormente los sacerdotes, sus familiares que asistieron a esta celebración. Los abrazos se hicieron presentes y las sonrisas no podían faltar, esto se mostraba una ambiente de alegría.
La celebración culminó después de las ocho de la noche no sin antes el rector externó la invitación para compartir todos juntos la cena preparada. Poco a poco todos se retiraron del salón Anexo y se dirigieron al comedor, lugar donde se realizó la cena. Las mesas ya estaban listas y los invitados comenzaron a llegar y a sentarse. Se lograba escuchar una música instrumental mientras seminaristas, trabajadores, profesores e invitados convivían y degustaban de la deliciosa cena, mientras el quipo de meseros distribuía los alimentos.Todos saborearon de los alimentos y después de estar conviviendo se fueron retirando cada uno de los invitados, y los seminaristas regresaron a sus respectivas actividades; pero con un sentimiento de alegría por haber celebrado en comunidad su clausura.

Espíritu Santo: el inspirador
por Giovanna Paola Martínez Zaya

Eres sin duda alguna un verdadero caballero, y bajo ese antecedente me he animado a escribirte esta carta, después de que me lo han sugerido.
Hace tanto tiempo que nos conocemos y yo no me había dado cuenta de tu existencia. Hace tanto tiempo que vivimos en la intimidad y hablamos y no sabía que eras tú. Hace tanto tiempo que te esfuerzas por convencerme del inmenso amor que me tiene Dios hijo y del fiel amor con el que me creó Dios Padre y no sabía que eres tú el insistente.
El martes pasado estando en uno de esos enojos que tú bien conoces de mí, en el que se me borra de la mente que Dios es misericordia, tú apareciste con tu singular presencia de ternura. Ya estaba chocada de la existencia de la cruz, no entendía por qué había que cargar con una cruz, ¿cuáles eran los beneficios?, ¿qué traía de bueno tomarla y seguir a Cristo? Es más, también pensé: ¿Por qué seguir a Cristo? Obviamente cuando me encuentro en estos estados de rebeldía estoy de malas, con el que se me ponga enfrente, los más próximos eran todos los que viven conmigo en casa, mi familia.
No tenía ganas de hablar con nadie, pero tenía que hacerlo, ya que aquella noche iba a salir y tenía que pedir permiso, ni siquiera quería pedir permiso a causa de mi enojo de aquel día. De repente comenzó mi mente a acumularse en juicios contra los míos. En ese momento algo me decía reza, yo dije: ¿Rezar? ¡Cómo voy a rezar! Por mi mente pasaba la idea de que ese Dios quería a los buenos, y yo me había rebelado mucho ese día contra Dios, como para rezar. También pensé ¿Con qué cara voy a rezar? interiormente sentía que a Dios estando en el pecado, no se le puede hablar, y sumándole una buena dosis de soberbia me negué completamente. Seguí sintiendo esa invitación, ahora me decía: - si no puedes regresar a Cristo pide a la virgen María su intercesión - en ese momento me agradó la idea y disponiéndome a hacerlo me pare en seco, aún estaba enojada, me percaté que alguien me lo sugería y que esa invitación no me la podía estar haciendo yo misma. Me encolericé porque soy tan soberbia que no me gusta cuando algo me proponen y veo que es bueno hacerlo, no me gusta notar que mi vida no la puedo llevar sólo con mis manos. Entonces, al percatarme de ello y estando completamente enojada grite: ¿Quién eres tú?, ¿quién eres tú que toda la vida me propones regresar a Cristo?, ¿quién eres tú que siempre me fastidias con la idea de rezar?... Estuve un rato callada mirando con coraje el contorno de mi cuarto. Como un día antes se había suscitado el milagro de que mi papá me había regalado un viaje a Jerusalén por la visita del papa a tierra santa, tenía mi pasaporte en mi escritorio. Tome mi pasaporte con furia y sin saber que me dirigía a ti, te leí mi nombre, edad y del coraje hasta mi nacionalidad, me describí completamente y te dije: ¿Por qué no me respondes?, ¿dime como te llamas?, ¿quién eres tú?... Me quede un rato en silencio esperando un no sé qué (tal vez una respuesta), al ver la hora pedí permiso a mis padres y me despedí para dirigirme a mis pláticas de San Pablo.
¿Quién iba a decir que ahí te me presentarías?, como todo un caballero me hiciste ir desde febrero a las pláticas para que, entre otras muchas cosas, ese día justamente te me presentaras y no te desconociera.
Llegue a las pláticas y el tema era “El espíritu Santo en la vida de San Pablo”, me hubiese bastado ver el título para comprender que eras tú, pero como todo un auténtico Dios no te escatimaste y continuaste presentándote: El Espíritu Santo en nuestro interior, el Espíritu nos conduce a Cristo, el Espíritu y la oración, el Espíritu nos hace amar y por último el Espíritu nos hace esperar. Definitivamente hubiese querido que esa charla jamás tuviera fin, quede realmente admirada de ti, de todas tus acciones, del incomprensible amor con el que me convences cada día para seguir a Cristo y aceptar la voluntad del padre, del afán que tienes siempre por explicarme las escrituras al abrir mi entendimiento. Ya han pasado algunos días de ese encuentro y definitivamente no eres un vacilador.
Desde aquel día pude comprender mejor el misterio de la Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Era fácil tocar con la inteligencia quien era Dios Padre, el que me creó, quien era Dios Hijo, el que me salvó, pero a ti, no te bajaba de la palomita blanca con la cual te representan.
Estoy en la etapa de la juventud y se me ha hecho fácil relacionar a ese Dios único con un enamorado. Cuando alguien te quiere conquistar piensa en llevarte una serenata y un buen poema que toque los sentimientos más profundos del corazón. Dios Padre es como el que permite que todo se realice, el pone el dinero para la serenata, compra hojas bonitas y una buena tinta para el poema. Dios hijo es el que se presenta ante ti, debajo de la alcoba, y tú, Dios Espíritu Santo, eres el inspirado enamorado que escribe los versos más hermosos para sensibilizar el corazón. ¿Quién podría resistirse ante tal llamado? Por todo esto te doy las gracias, porque formas parte de esta conquista, porque todas las mañanas inspiras en mi el amor al prójimo e inyectas de fuerza mi ser para no soltar la cruz; porque cuando me he decidido a no volver a asomarme por la alcoba cuando escucho la serenata, tú me convences con palabras preciosas que reflejan la decisión del Padre y el Hijo de llevarme al cielo, así, en esta conquista, se hacen uno solo: el amor de los amores.

ALUMNOS del cuarto año de la Facultad de Filosofía “Rafael Guízar Valencia del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, presentaron su examen de Universa los días 28 y 29 de mayo con el fin de obtener el título en la licenciatura en Filosofía. Dicho examen se dividió en dos etapas: una oral y otra escrita. De esta manera los alumnos después de haberse preparado dieron culmen a esta etapa mediante este examen de conocimientos, que consiste en tener el dominio de las materias sistemáticas de dicha licenciatura.


“El espíritu es el que da vida, la carne para poco aprovecha”.
Juan Evangelista

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