Domingo 21 de diciembre de 2008



Plana semanal del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, Ver. MÉXICO
Desde el año 2000
Aparece los domingos en el Diario de Xalapa


E D I T O R I A L
En esta semana, Navidad


¿Dónde estará usted en la Navidad de este año? Nosotros en casa. Casi siempre nos reunimos en familia para esta celebración. Una de las cosas que trae el Niño Jesús es la unidad de la familia y la renovación de los sentimientos más tiernos en cada uno de nosotros. Casi se diría que es en este momento precisamente cuando uno entiende que Dios es amor y que su venida al mundo, su “abajamiento”, nos debe llenar de sorpresa, admiración y casi de incredulidad. La historia de la salvación de una humanidad que estaba perdida desde el pecado de Adán, entre tiniebla y sombra de muerte, ha comenzado a desenvolverse trayéndonos luz y seguridad ante Dios. Cuando usted bese al Niño, ponga su corazón en ese beso y deje que los mejores sentimientos del alma inunden todo su ser. Desde el Seminario, deseamos Feliz Navidad a todos, y que la paz y la seguridad de Dios nos llenen de alegría.


La necesidad de la Navidad
SERGIO PÉREZ PORTILLA

Todo comenzó con el frío, aunque, a decir verdad, en nuestra bella ciudad las temperaturas bajas no son novedad. Y después vendrá la noche, la noche más extraordinaria, la noche del milagro.

Empezó diciembre y trajo consigo unas ciertas ondas gélidas, y todos nos abrigamos y nos reunimos en torno al calor humano, con nochebuenas por doquier. Como cristianos, también tomamos algunas medidas de preparación: es el tiempo del Adviento, el que precede a la Navidad. Adviento que significa llegada, más que espera, pero siempre es un lo que está en función de lo que estará. Un tiempo de profunda reflexión.

Ahora, estamos a unos cuantos días de la noche que dividió la historia, que abrió las entrañas que estaban cerradas y que trajo consigo la plenitud de los tiempos. Es la noche en que el amor del Padre se hace evidente. Pero esto debemos dialogarlo.

Los cristianos –no todos, eso es cierto– celebran, y rememoran, en la noche del 24 de diciembre el nacimiento de Jesús de Nazaret, el hijo de María engendrado en ella por el Espíritu Santo. Dejando a un lado las cuestiones de si fue ese día o no, puesto que no es el momento, queremos más bien abundar sobre la necesidad de que naciera el pequeño del pesebre. El hombre tiene dentro de sí el anhelo de libertad plena, de felicidad perfecta y de existencia ilimitada. Pero por su misma constitución no puede alcanzar ninguna de ellas, pues aunque está en vías de perfeccionamiento y cada día que pasa va creciendo, no cuenta con la capacidad activa de lograr esos fines. Más aún, por males y azares, un sinnúmero de veces en lugar de avanzar se estanca o retrocede. ¿Cómo, pues, continuar cuando esto pasa? Todavía más, ¿cómo dar ese salto de lo limitado a lo ilimitado? Una barrera para él infranqueable se forma en derredor suyo.

Pero entonces aparece uno, que es hijo de hombres pero también es hijo de Dios, que puede ofrecerle la satisfacción verdadera de todos sus anhelos. Si ese que se presenta fuera sólo un hombre, entonces no podría ofrecer más de lo que cualquiera de nosotros puede hacerlo, pero de igual forma, si sólo –perdón por este sólo– fuera Dios, no podría sin más dar al hombre lo que él mismo ha decidido que tiene que ser un trabajo de dos. Dios, al respetar la libertad y la naturaleza inmanentes del hombre, está respetándose a sí mismo, y por ello puede y debe el hombre alcanzar la libertad plena y la naturaleza trascendente a la que está llamado una vez que se le ha dado la gracia necesaria para hacerlo. Se necesitaba de Dios, sí, pero de Dios hecho hombre, para que el hombre pudiera realizarse, y alcanzar la libertad plena, la felicidad perfecta y la existencia ilimitada. De esta forma, la necesidad de que naciera el hijo de Dios queda patente, y es una necesidad no instrumental sino sustancial.

Estaremos recordando y celebrando la llegada del pequeño del pesebre, su nacimiento que, como hemos dicho, ha dividido a la historia: la historia no podría dividirse por sí misma, sólo algo ajeno a ella podría hacerlo. Dios, que no es historia, se hace historia para nuestra salvación. El único hijo por naturaleza de Dios, su logos –palabra increíblemente difícil de definir–, nos ha dado la oportunidad de ser hijos adoptivos y amados del Creador. O como podríamos resumir en una frase: el hijo de Dios se ha hecho hijo de los hombres, para que los hijos de los hombres pudiéramos llegar a ser hijos de Dios.

El frío se irá con la llegada de Jesucristo, quien no sólo nos dará calor, sino que también nos enseñará a permanecer unidos para soportar y continuar. Y la noche, por su parte, se verá iluminada por la luz magnífica, preciosa, del que es, sin más, la verdadera Luz.


La Navidad en el Seminario
(Entrevista al presbítero Roberto Reyes Anaya, rector del Seminario Arquidiocesano de Xalapa)
JOSÉ LUIS MORALES CHÁVEZ

Estamos muy cercanos a la celebración de la Navidad. Nosotros sabemos que la Navidad consiste en la conmemoración, en el recuerdo del nacimiento del Hijo de Dios, Jesucristo, acontecido hace más de dos mil años. Sin embargo, el mundo consumista ha presentado la navidad como la época de compras, regalos, gastos excesivos, etc. Ante esta realidad en la cual nos encontramos inmersos recurrimos al rector del Seminario, el padre Roberto Reyes Anaya, para que nos comentara cuál ha sido su experiencia como rector en dicha festividad en esta Institución.

Padre Roberto, antes que nada, podría decirnos, ¿qué es la navidad para usted? “Es el experimentar nuevamente cómo por medio de la encarnación del Hijo de Dios, se nos ha salvado, se nos ha dado la oportunidad de experimentar el Amor de Dios, que nos perdona y que nos concede volver a ser sus hijos. Ante todo, es el volver a sentir ese amor de Dios que nos concede experimentar su salvación”.

Ante la pregunta, ¿cómo celebran en el Seminario la Navidad?, el “padre Rober”, como se le conoce en el Seminario, nos comentó que las todas las celebraciones de la Navidad, coinciden con las vacaciones, pero que de manera anticipada, lo que en el Seminario se busca es que los seminaristas vivan intensamente el tiempo de Adviento, que prepara la Navidad. En días previos a salir de vacaciones se busca que cada grupo del Seminario celebre anticipadamente la Navidad; sobretodo porque el mismo grupo va conformando una familia, una comunidad. En otro momento, se invita a los bienhechores para que participen en la Eucaristía, en la posada, en la pastorela, y de esa manera todo lo que es la comunidad del Seminario y bienhechores celebran la Navidad.

Como responsable general, el presbítero Anaya, cree que los seminaristas se prepararon debidamente en el Adviento para celebrar el nacimiento de Jesús, puesto que los elementos necesarios se les dieron, por medio de las celebraciones, temas de formación, incluso de las catequesis en la etapa de filosofía. Sin embargo, él espera que todo lo que recibieron en el Seminario lo vivan adecuadamente con su familia.

Su responsabilidad es grande, tanto como rector del Seminario como sacerdote, por eso usted, ¿está preparado para dicha celebración?
“En medio de todo lo que conlleva el trabajo del seminario yo creo que sí. También el tiempo de adviento en las celebraciones eucarísticas nos han dado la pauta para prepararnos. Sin embargo aún faltan algunos detalles, porque aparte de todo lo exterior, la experiencia sacramental de la penitencia para poder vivir este acontecimiento es primordial”

Finalmente, padre Roberto Reyes, ¿cuáles son sus deseos para nuestros lectores de “Concilio”? “Hay un mensaje que dan los ángeles a los pastores cuando les anuncian el nacimiento del niño Jesús, que les dice no teman porque hoy les ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor. Y junto con ese no teman les dice llénense de alegría y de gozo. Yo creo que en medio de todas las circunstancias difíciles que se presentan, la Navidad es un motivo más para llenarnos de Dios, llenarnos de su amor, y enfrentar de esta manera la vida que cada uno de nosotros nos espera. Mi deseo es que realmente experimenten el amor de Dios durante esta Navidad para que se llenen de la fortaleza que se necesita para vivir como verdaderos cristianos”.

Agradecemos al padre rector del Seminario, Roberto Reyes Anaya, su disponibilidad por otorgarnos esta entrevista. De la misma manera le deseamos que pase una feliz Navidad y que Cristo nazca realmente en su corazón.


C O N C I L I ÁB U L O

Honrar honra

El consejo universitario de la Universidad Veracruzana, que preside el doctor Raúl Arias Lovillo, acaba de otorgar el doctorado Honoris Causa al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal. Honrar honra. La poesía de Cardenal representa una voz creadora llena de fe, esperanza y caridad. Una nota adicional que debemos poner es que hubo unanimidad completa de parte de los integrantes del consejo. Y además, sabemos que la editorial de la Universidad Veracruzana edita la obra poética completa de este insigne nicaragüense, famoso por su espiritualidad mística, su obra literaria y su preocupación política revolucionaria.

¿Quién fue el cardenal Dulles?

Acaba de morir este célebre teólogo jesuita. Uno de los más grandes de nuestro tiempo. Su obra más conocida es Modelos de Iglesia (Models of Church, 1974) en la que, siguiendo al Concilio Vaticano II, explora la riqueza inagotable del misterio de la Iglesia, explicando modelos o modalidades diferentes: la Iglesia como sacramento, como comunidad, como heraldo, como sierva. El padre Dulles provenía de una familia de eminentes políticos. Además de que su padre fue secretario de Estado, su bisabuelo, John Watson Foster, también fue secretario de Estado. Su otro bisabuelo, Theodore Medad Pomeroy, fue portavoz de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

¿El 24 ó el 25?

Mucha gente no sabe que el día exacto de la Navidad es el 25. Nosotros celebramos la víspera, o Nochebuena, por una concesión del Papa a los agustinos que la pidieron para México. Pero, especialmente las madres de familia o amas de casa, deben cuidar que no todo se reduzca a una cena. Y no olvidar que la verdadera fiesta es el 25. Que nadie se quede sin celebrar el acontecimiento más extraordinario que ha podido ocurrir en toda la historia de la humanidad.


“La paz comienza con una sonrisa”.
Teresa de Calcuta

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