Domingo 11- 18 de enero de 2009


Plana semanal del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, Ver. MÉXICO
Desde el año 2000
Aparece los domingos en el Diario de Xalapa





E D I T O R I A L
¿Qué queremos?


Si uno se pregunta qué es lo que los papás quieren para sus hijos, tendrá que responder: quieren lo mejor. Todo padre o toda madre sueña que a su hijo le irá mucho mejor que a él o a ella. Y se esfuerza por darle sus valores, todo lo mejor que tiene. Pues bien, una de las cosas más grandes de los padres cristianos es precisamente su fe. Es lo primero que han de querer dar a sus hijos. Al comienzo del rito del Bautismo, el sacerdote pregunta: “¿Qué piden para su hijo?” y se responde: “La fe”. El sacerdote vuelve a preguntar: “¿Qué les dará la fe?” y se responde: “La vida eterna”. Esto quiere decir que el Bautismo es el valor máximo que los padres cristianos pueden comunicar a sus hijos: es la vida de Dios, es la incorporación a la Iglesia de Jesucristo que nos lleva hacia Dios. Que nadie nos perturbe con vanas teorías. El Bautismo de los niños es la fiesta más grande que podemos hacer.

Por el matrimonio hay santidad en la familia
MARISSA PONCE DE CHÁZARO

Sorprende saber que el cardenal Karol Wojtyla fue el fundador de las llamadas pláticas prematrimoniales y grupos de matrimonios. Quien después fuera el papa Juan Pablo II, llamaba a esa pastoral “su ministerio por la familia”. Él sentía cariño especial por las parejas guiadas en las cosas eternas. Se preocupaba porque los esposos, aun en medio de la ocupada vida, distinguieran la acción del Espíritu Santo en el seguimiento conyugal de Cristo.
“El don del amor” es una recopilación valiosa de reflexiones inéditas de Wojtyla publicada por Palabra. Hay cosas nuevas para algunos. Con el Vaticano II, el cardenal describe las nupcias “en” la Iglesia no como algo igual al acuerdo civil, sino como uno mayor por la naturaleza del sacramento recibido, también sacramento de la familia. La Iglesia lo ha entendido como signo de la alianza indisoluble de Cristo con ella misma. Los esposos viven el matrimonio en la dimensión nueva del Reino de Dios, eso hace del nexo algo único. Es cierto, los esposos renuncian al egoísmo y se entregan mutuamente, pero esta comprensión es apenas el inicio del camino en el sentido original del matrimonio, en éste la ayuda de Cristo dispone a los esposos a vivirlo de manera especial, como gracia, fruto de su cruz.

Según explica el cardenal Wojtyla, por el amor fiel de los esposos cristianos que son también Cuerpo místico, se convierten en testigos del Misterio de Amor revelado por el Señor con su Muerte y Resurrección. Esto no es como el trato civil en donde se asegura el cumplimiento de obligaciones y el respeto de derechos entre los hombres. En la dimensión divina, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, elevó la condición de vida en pareja a sacramento, es decir, a signo visible de ese Misterio, y su Esposa, la Iglesia, camina junto a Él guiada por su mano.
Lo que se entiende por “donación” en la unión indisoluble es cuidado mutuo que no busca ganancia propia. Tan sólo hacer de ella un hábito, no depende de la comunicación y la organización al modo empresarial, ésas ayudan, pero es la gracia recibida por el sacramento la que eleva a santa toda la vida de los esposos. En ésta habría que detenerse más. Quizá ayude entender el matrimonio como vocación cristiana y apostolado y no tanto como vínculo entre socios o amigos: la pareja ora unida, cuida su amor sacramentado, cristificado –dicen algunos –, lo ofrendan a Dios en los sacramentos y en la vida, y nada de eso es tarea de socios. En el Matrimonio no parece haber mucha vuelta: es cosa de Amor del grande y esa es iniciativa sólo de Dios Padre.


¡Alégrate, pues, familia! ¡Y alégrate con María y José! Gozas de un regalo santo y peculiar. Por el sacramento, los esposos han sido elevados a predicadores de la fe con la palabra y el ejemplo, primero a los hijos y luego a otros matrimonios. Enseñan, santifican y guían como los apóstoles, por y en el nombre y la autoridad de Jesucristo. La Iglesia celebra que en su estado y orden de vida, los esposos posean un don especial dentro del Pueblo de Dios, dice el Papa de feliz memoria.

Entiendo para creer
RAFAEL CESSA JÁUREGUI

El semestre ha comenzado en el Seminario Arquidiocesano de Xalapa, y qué mejor recordando la importancia del área intelectual dentro de la formación sacerdotal y de los laicos que se forman en esta Institución. Por ello, los estudios, tanto de Teología como de Filosofía, han dado inicio con un acto académico, en el que dos grandes exponentes, el padre Sotero Domínguez Gómez y el padre Juan Beristain de los Santos, han presentado, con sus característicos estilos, la conferencia: “Madurez Intelectual” ya que es de vital importancia la preparación intelectual para una buena acción pastoral de quienes aspiran al ministerio sacerdotal.


Son diversos los documentos magisteriales que abarcan el desarrollo de la formación sacerdotal y de las cuatro áreas que la constituyen, mismos que subrayan la enorme necesidad de una sólida preparación intelectual. En esta ocasión fueron dos los documentos que salieron a colación, a saber: Sacerdotes del tercer milenio y el Decreto sobre la formación sacerdotal (Optatam totius) del Concilio Vaticano II.


Fueron diversos los puntos que se tocaron al hablar acerca de la formación académica en el Seminario, pero cabe destacar que ambos expositores trataron de poner énfasis en algo muy concreto: no tanto los contenidos impartidos en las asignaturas sino la inteligencia del sujeto que aprende.


De esta manera, se habló de nueve tipos de inteligencia en el ser humano, de entre las cuales se le puso especial importancia a tres en concreto: la inteligencia comparativa, la sintética y la analítica, por ser las más fundamentales.


Fue así como el padre Sotero, como se le conoce en el Seminario, explicó delimitadamente cada uno de estos tres tipos de inteligencias, remarcando lo que sobre ello se afirma en la Optatam totius y valiéndose de ejemplos para aclarar más a lo que se estaba refiriendo con cada tipo de inteligencia. Y como es típico, en su manera de exponer los contenidos, fue poniendo a prueba las capacidades de algunos compañeros para ejemplificar cómo se plastifica cada una de las inteligencias ya mencionadas.


A manera de corolario, se finalizó este acto académico con una exhortación a todo el alumnado del Seminario a redoblar esfuerzos en esta área de la formación sacerdotal, para acallar esas voces que afirman que la época de oro de los intelectuales en el Seminario ha terminado, tomándolo como un verdadero reto, no por vanagloria sino para un mejor servicio pastoral.


Con todo esto, cabe decir que la formación académica de quienes se preparan para ser pastores del rebaño de Cristo debe ser tomada con mucha seriedad. Especialmente aquellos en cuyas manos está puesta esa tarea de formar sacerdotes sabios con el fin de brindárselos a la Iglesia local y universal.

ESTO YO NO LO SABÍA…

Onanismo
HUGO ENRIQUE CORTÉS CHANTRES
La palabra onanismo se refiere al coitus interruptus y a la masturbación. Esta palabra proviene de un personaje bíblico llamada Onán. Según la ley hebrea, Onán estaba obligado a casarse con la esposa de su hermano, después de su muerte. Este copulaba con la viuda, pero “vertía en tierra su semilla” para no dejarla embarazada, pues los hijos que produjeran no iba a considerarse suyos (Gn. 38, 9).

…pero ahora ya lo sé.





C O N C I L I Á B U L O

¿Bautizados y no evangelizados?

La historia cuenta que luego de las apariciones de la Guadalupana, el pueblo en masa quiso ser bautizado. Los primeros obispos se oponían a ello porque decían que la gente no sabía de qué se trataba. Pero nuestros padres en la fe, los misioneros, especialmente los franciscanos, sintieron la necesidad de bautizar a todo mundo porque eran multitudes las que lo pedían. Motolinía cuenta que en una semana bautizó a más de 25 mil. Pero esto nos plantea el problema que dura hasta hoy: ¿somos en verdad un pueblo de bautizados que no han recibido la instrucción suficiente?

Tres libros y uno más

Del padre Bernardo Villarreal tenemos tres libros: Los poemas de un paraíso (1989), Historias y leyendas coatepecanas (1992) y Florilegio poético (1998). Los dos primeros tienen prólogos de autores que se sirvieron con la cuchara grande. El primero, del profesor José Moreno Guzmán y el segundo, de don Rafael Arriola Molina. El tercero tiene un prólogo muy apropiado e inteligente de Esther Hernández Palacios.
Los tres libros son modelos de literatura y la temática principal es Coatepec que, como dice el título del primer libro, es “un paraíso”. Esperamos el cuarto libro con las memorias del padre Bernardo Villarreal, que ya ronda los 90 años de edad.
Pensamos que los maestros y las maestras de las escuelas de Coatepec deben conocer estas obras y hacer que los niños aprendan de memoria esos poemas llenos de lirismo y emoción de este sacerdote que, desde las rudas y desoladas tierras de Nuevo León, encontró que Coatepec es un edén, o paraíso y ha plasmado todas estas emociones en sus versos y en su prosa.

Comenzamos el año

Nuestra tarea en el Seminario se suele dividir en tres áreas: humana, espiritual y académica. Año con año, uno va creciendo, se espera. En el área humana, hay muchísimas cualidades que se debe cultivar para ser un hombre recto según los parámetros de nuestra cultura; en el área espiritual, se espera un crecimiento interior que nos asemeje cada vez más al modelo sublime que es Jesucristo mismo y en el área académica, hemos de lograr un desarrollo, o madurez, que nos haga capaces de discernir entre la multitud de informaciones y teorías que llenan todos los espacios. Empezamos el año. Esperamos crecer satisfactoriamente.

La revisión de nuestros maestros

Hemos escrito sobre la revisión de nuestros maestros que hacemos al final de cada semestre. Pero también tenemos una revisión abierta semana a semana. Uno que no da clases a ese grupo le pregunta qué dificultades ha encontrado, cómo se siente. Y también se nos pide señalar los aspectos positivos o las realizaciones que poco a poco se van dando.
Son muchos los años que dura la formación sacerdotal. No cualquiera los resiste. Pero los que han de ser guías de la comunidad deben prepararse muy bien, porque todo mundo nos dice que el pueblo es religioso y, al mismo tiempo, que el pueblo es crédulo hasta el fanatismo muchas veces. Nos toca saber trabajar la religiosidad maravillosa que viene desde nuestros antepasados y preparar las comunidades cristianas del siglo XXI. No es cosa fácil.



“El lenguaje de la verdad debe ser, sin duda alguna, simple y sin artificios”.
Séneca

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