Domingo 14 de septiembre de 2008


Plana semanal del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, Ver. MÉXICO
Desde el año 2000
Aparece los domingos en el Diario de Xalapa



E D I T O R I A L

Independencia

Cada año, al recordar la Independencia, nos animamos para defender esta tierra que el padre Hidalgo y los héroes conquistaron para nosotros. Nos duele que tantos y tantos la tengan que abandonar emigrando en busca de una vida mejor y que la globalización sea malentendida y, de alguna manera, arrase con lo que es propio y característico de nosotros. Pero no vamos a celebrar la Independencia recordando nuestras tristezas, sino aclamando y bendiciendo al padre Hidalgo y a quienes nos dieron esta tierra y esta nación.



Septiembre verde, blanco y rojo

SERGIO PÉREZ PORTILLA

El 24 de febrero de este año, el licenciado Juan Camilo Mouriño, Secretario de Gobernación, pronunció un discurso en Iguala, Guerrero, durante la ceremonia conmemorativa por el 187 aniversario del Día de la Bandera. En su intervención hizo una reseña del estandarte tricolor, su paso por la historia y el significado que para los mexicanos tiene este símbolo patrio, además del sentido de sus colores. Pero es en estos días de Septiembre que veremos a nuestra insignia nacional pegada o colgada, literalmente, de puertas, ventanas, coches, antenas, sombreros, vasos, y todo lo que esté al alcance del mexicano que celebra su independencia.

Este es el contexto en el que surge la cuestión que guía nuestro escrito: ¿cómo podemos hoy interpretar (¿reinterpretar?) los colores de la Bandera mexicana? Vayamos al encuentro del significado.

Del verde

El verde ha representado la esperanza, prioritariamente. Hoy, en un país en que se vive al día, no podemos limitar ese sentido. Más que esperanza, debemos darnos cuenta de que el verde es un claro signo de la realidad local y nacional: estamos perdiendo nuestros bosques y selvas. El verde que se veía en nuestro país –ya ni decir de nuestro estado– es cada vez más lejano: hoy encontramos deforestación, incendios incontrolables, y, sobre todo, en lugar de árboles vemos concreto y civilización, y no percibimos que si mueren los bosques nuestra vida desaparecerá poco a poco, comenzando por la calidad de la misma. Si olvidamos que estamos en relación con el mundo, también olvidaremos que hay esperanza.

Del rojo

La sangre de los héroes nacionales, de todos los que con su vida ofrecieron libertad a nuestro pueblo. Es un recuerdo precioso. Generalmente – y aquí está el inconveniente-, los héroes son los que quedaron allá, en el pasado. Son incluso míticos, idealizados. El rojo debe recordar la pasión de los héroes de hoy, de aquellos que buscan la verdad en un país donde la corrupción y la transa es tan común que muchos lo creen normal. Héroes que, como lo vimos hace poco, salen a la calle manifestando su deseo de que acabe la delincuencia y la impunidad, la violencia y la muerte que va desde el aborto hasta la eutanasia. No existe México en cuanto ser real, físico. Existen los mexicanos. Si el hombre olvida que es un ser social, relacionado con otros hombres, olvidará que celebra no sólo la independencia suya y de los suyos, sino la de todo un país con altos índices de pobreza, analfabetismo y desnutrición.

Del blanco

El sentido de la pureza es el correspondiente al blanco: pureza en los ideales, pureza en la lucha, pureza en todo aspecto. Blanco ha sido también el color de la paz, de la tranquilidad. ¿Y cómo podemos ofrecerle al hombre pureza en su intención y paz en su vivir, si no cuenta con un sentido en su vida? Los mexicanos hemos hecho de nuestra nación, simbolizada en la Bandera, una nación deshumanizada y poco generosa. No, no todos, por supuesto, pero si confrontamos los índices de vicios en nuestro país (corrupción, violencia, narcotráfico, pobreza, etc.) nos daremos cuenta de que hay mucho por sanar. El mexicano debe volver a darle sentido a su vida, y como todo hombre, el sentido lo tendrá en cuanto ponga su mirada más allá de sí mismo. Hemos olvidado que somos un pueblo religioso y rico en tradiciones, hemos ido olvidando que somos un pueblo creyente, sí, en los demás, pero sobre todo en el que nos sostiene desde lo alto.



La vida sale al encuentro

VENTURA MONTALVO PANTIGA

Con una capacidad literaria sorprendente José Luis Martín Vigil, nos lleva al interior, no sólo de los personajes de la novela “La vida sale al encuentro” (Editorial Juventud, Barcelona 1976 12), sino a la psicología propia del mundo adolescente. El autor nos presenta en forma de diario las vivencias del protagonista: Ignacio (Igñaki).

Al principio la novela es lenta y difícil. Está enmarcada en un contexto naval que podría dificultarnos su comprensión. Pero a medida que se desenvuelve, adquiere dinamismo y es capaz de atraer la atención de cualquier lector. Aborda cuestiones fundamentales en la vida de toda persona: la amistad, la muerte, el amor, la religión, Dios. Estas cosas nos van formando y fortaleciendo nuestra personalidad. La manera de afrontarlos y asumirlos nos permiten convertirnos en hombres o dueños de nosotros mismos (dominus).

En la novela se aprecia esa transformación del niño en adolescente y más tarde en hombre. Aunque puede parecer “mocha” o “puritana” la actitud de Ignacio, el elemento religioso aporta el equilibrio emocional que permite a Igñaki convertirse en hombre. Es el filtro por el que se destila la esencia de la amistad, del amor y de todas aquellas cosas verdaderamente importantes de la existencia humana.

La pureza de corazón y de mente y la honestidad en el educando, así como la rectitud y claridad de criterios e información por parte del educador, son claves en la formación integral de la persona humana. Quienes están implicados en esta tarea, padres de familia y maestros, deben encontrar el equilibrio entre libertad y disciplina. Ese es el punto más delicado de la obra educativa, pues sin reglas de comportamiento y de vida, aplicadas día a día, también en las cosas pequeñas, no se forma el carácter y no se prepara para afrontar las pruebas que no faltarán en el futuro (Benedicto XVI).

Cuando se pasa por los 13 y 16 años, o más, parece que nadie nos comprende. Es más nosotros mismos no logramos entendernos del todo. Los padres, amigos y maestros son una ayuda indispensable para superar esos “tiempos difíciles” y adentrarnos con rumbo más cierto en el futuro. Mucho de lo que se es en el mañana se determina en el hoy. Esta novela nos ofrece la oportunidad de plantearnos estas cosas y hasta cierto punto se convierte en medio didáctico para chicos y grandes, pues con él sabremos entendernos los chicos y entender a los chicos. Además siempre es un deleite para todos leer una buena novela, y ésta lo es.



Conferencia cósmica

CARLOS MORENO BARRERA

El Seminario Arquidiocesano de Xalapa recibió la visita del Pbro. Rafael Pascual Legionario de Cristo quien impartió una conferencia titulada “Ciencia, fe y teología. ¿Un dialogo posible? ”. Arribó a las instalaciones el pasado 10 de septiembre a las 12:00 p.m.

Antes de iniciar su conferencia mencionó que él había estado por esta zona hace muchos años y ahora debido a un ciclo de conferencia que brindó en la Universidad Anáhuac de Xalapa se encontraba en esta ciudad. El presbítero dividió su ponencia en dos partes. La primera de ellas causó admiración entre los estudiantes debido al asombro que se pudo percatar de cuan grande es el universo; sin embargo, la segunda parte manejó la actualidad de tema de la relación entre ciencia, filosofía y teología. Su exposición captó la atención de todo el público, debido a la gran información que ocupó y los datos que brindó a lo largo de su participación. Al finalizar hubo un espacio para preguntas, las cuales contestó adecuadamente.

Al finalizar fue ovacionado por todos y recibió por parte del Pbro. Juan Beristain en forma de agradecimiento unos obsequios: una medalla conmemorativa de San Rafael Guízar y un video de la conferencia sobre el proceso de canonización. El clérigo se despidió de todos quien dejó un valioso consejo tomado de santa Teresa y dijo: -“No se trata de tener santos padres sino de ser santos hijos”.



C O N C I L I Á B U L O

El Muchacho de la Madre Paz

El padre Rafael González ha escrito un libro que es la biografía del padre Juan Manuel Martín del Campo, a quien mucha gente considera un santo. No sabíamos que el padre Rafael González tuviera estas cualidades de escritor. Él da las gracias a Margarita Roa de Acosta y al doctor Fausto Morales Hernández pero, indudablemente, la unción y la ternura con que está escrito el libro vienen de su autor. El padre Martín del Campo era un verdadero santo. Así lo recordamos.

Un congreso internacional

Se anuncia para los días 6 al 10 de octubre el Congreso Internacional “¿Es verdad que Dios ha muerto? Diálogos y reflexiones desde la filosofía, la teología y la ciencia, en la Universidad del Claustro de Sor Juana, en la Ciudad de México. Parece que la Facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana va a transmitir todo esto como videoconferencia.

Nos unimos a toda la Iglesia

Nos unimos a toda la Iglesia y a quienes mediante esquelas se han manifestado por la muerte del papá del señor arzobispo don Hipólito Reyes Larios ¡Dios lo tenga en su paz!

Otro libro de Jacob Buganza

Jacob Buganza es imparable. Ahora nos presenta una Introducción a la ética general (Verbum Mentis, Córdoba, Ver., 2008). Además, sabemos que ha sacado el doctorado y que forma parte ya de los investigadores de la Universidad Veracruzana. ¡Quisiéramos tener muchos exalumnos como él!


“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”
Martin Luther King

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