Domingo 23 de marzo de 2008


Plana semanal del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, Ver. MÉXICO
Desde el año 2000
Aparece los domingos en el Diario de Xalapa


E D I T O R I A L

Cosas verdaderas y sensatas
Sabemos que las buenas noticias no llaman la atención a nadie. Sin embargo, no podemos quedarnos callados ante una gran verdad. ¡Ha resucitado el Señor! Y eso nos llena de alegría, porque sabemos que no nos quedamos con el sinsabor de la muerte. Ésta ya ha sido vencida. De modo que adorar la "santa muerte" no tiene ya sentido. La "huesuda" -como muchos la llamamos- ya no tiene poder sobre nosotros. Algunos dirán (como le dijeron a san Pablo) "sobre esto ya te oiremos otra vez". Otros, tal vez gritarán (también como le gritaron a san Pablo) "estás loco, Pablo", porque tal vez piensan que la cruz y la resurrección es cosa de locos. Sin embargo, utilizando la misma voz de este apóstol, diremos "No estamos locos... proclamamos cosas verdaderas y sensatas". ¡Felices Pascuas de Resurrección!


¡Ha resucitado!

Sergio Pérez-Portilla

¡Era Él! Sí, el mismo que vieron morir en una cruz, al que vejaron y humillaron por pensar que quería quitarles honores que su sociedad les daba; el que habló fuerte contra las injusticias, comprensivo con los injustos, alentador con los humillados y rechazados injustamente; el que tenía palabras de vida, de verdadera vida, palabras de amor, palabras sabias, el que era la Palabra… Era Él. El corazón de todos ardía cuando los llamaba por su nombre, cuando partía el pan con ellos una vez más, cuando les mostraba sus manos y su costado, el que había muerto, era Él a quien tenían enfrente, ¡había resucitado, estaba vivo! Lo que sus ojos veían y sus manos tocaban, lo que sus oídos a veces necios escuchaban, no era muestra de la desesperación ni del miedo, no, era una experiencia con el que llevaba 3 días ya en la tumba y ahora se presentaba con la misma amistad y camaradería, era el mismo de antes, pero no era como antes, su mirada diáfana seguía manifestando amor y su voz seguía siendo portentosa, pero su presencia era diferente, gloriosa. La Resurrección creó la fe.
¡Es Él! El mismo que hace dos milenios caminó llenándose de polvo y predicando un Reino, el que curaba y escuchaba, el que daba a cada uno su lugar al reconocer su dignidad; el que caminó cargando una cruz hasta llegar al sitio donde iba a ser ejecutado, que no ajusticiado; el que se manifestó ante los suyos para que dieran testimonio del milagro más grande, del milagro de la Resurrección, es Él, el mismo que hoy se hace presente en el altar en el milagro de la Comunión. El que formó una familia con lazos más fuertes que los de la sangre, sigue estando presente con esta familia, mucho más numerosa ya, mucho más madura también. Si no hubiera resucitado, la fe de toda esta comunidad sería vana. Pero no lo es, resucitó y dio validez, razón, sentido a todas sus palabras. La Resurrección sustenta la fe.
¡Será Él! El que venció a la muerte con la vida, a las tinieblas con la luz. El que es la Vida, el que es la Luz, Él será. Será quien venga en toda su belleza, en todo su esplendor, y perfeccionará la obra que comenzó desde el inicio de los tiempos y que ha avanzado con notables vicisitudes, pero que sigue caminando; la obra en la que los hombres y las mujeres de todos los tiempos y de todos los lugares están contemplados, la obra de reunión y reconciliación plena entre criaturas y Creador. Será Él quien culmine esta obra, que ya comenzó con su resurrección a ser más sublime cada día. El que cierre esta historia que se encamina hacia lo alto, será Él y no otro. Su llegada no será caos y angustia y miedo. Sí, será en el final de los tiempos, pero esto no significa que sea el peor de los tiempos, sino el mejor, el de la más grande alegría porque todo lo que se ha creído, anunciado y vivido estará en su plenitud. La Resurrección realizará la fe.
Este domingo se celebra la Pascua de Jesús, el Cristo. Ese paso de las tinieblas de la muerte a la luz de la vida, el paso con el que se vence precisamente a esa muerte y se ofrece y otorga vida, se recuerda hoy y también se vive hoy. El hombre es religioso por naturaleza, en su más profundo sentimiento y en su más lúcido pensamiento se encuentra un canal que lo comunica con Dios. Pero no todos los hombres tienen la misma fe. Los cristianos creen en Jesús, el hijo de Dios hecho hombre que se encarnó, vivió entre nosotros, anunció la salvación para todos y fue condenado a la muerte. Pero los cristianos no termina su fe ahí, pues no creen sólo en el impotente y fracasado de la cruz, sino en el poderoso y victorioso de la Resurrección, el que dejó la tumba vacía, el que se apareció a los discípulos para que ellos anunciaran su mensaje. Los cristianos recuerdan y celebran a un Jesucristo vivo, un Jesucristo que resucitó al tercer día, que está presente en su Iglesia y que vendrá con gloria trayendo consigo la salvación prometida, el Cristo de la Resurrección.


Los que participaron parecían todo, menos internos

Moisés Martínez

-¡Buenos días, qué desean!
-Soy el P. Marcos Mendoza y él es Moisés, seminarista. Venimos a celebrar la misa.
-¿De qué religión son? ¿De dónde vienen?
-De la religión católica. Venimos del Seminario de Xalapa. Vamos a estar de misión de Semana Santa en el Centro de Rehabilitación Social (CE.RE.SO), y nos vamos a hospedar en Cerro de León.
-No pueden entrar con ropa de color rojo o negro. Tampoco con llaves ni celulares. Pasen para que los revisen.

Así es como nos recibieron en el penal de Villa Aldama para la Semana Santa. De espaldas al policía, y con las manos arriba, nos revisan para asegurarse de que no introducimos metales ni alguna otra cosa peligrosa. Mientras tanto otro custodio anota nuestros datos en un registro con base en la credencial de elector que entregamos. Terminada la revisión pasamos un gran pasillo al que dividen muchas rejas; se abre una reja, pasamos e inmediatamente se cierra y se abre otra.

Después del pasillo hay una rampa para descender y al término de ésta hay muchas personas con una prenda de color naranja (pantalón, camisa o chamarra): los internos. Algunos tienen una mirada fría y penetrante; otros tienen su rostro pálido, manos duras y blancas, con tatuajes y cicatrices, como si estuvieran drogados; algunos más se nos quedan mirando con incertidumbre; para otros somos indiferentes. De pronto se acercan a nosotros e inicia el diálogo.
-Buenos días, ¿usted es el padre?
-Sí, soy el P. Marcos Mendoza
-Pasen por acá a la capilla. Ya tenemos todo preparado y los estamos esperando.

Se escuchan cantos, es el coro que ensaya para la celebración de Domingo de Ramos. Todos los internos, junto con algunos familiares que los fueron a visitar, se reúnen a un costado de la capilla con sus palmas para dar inicio de la Misa. “¡Viva Cristo Rey!” Es la aclamación con voz ronca que sale de la boca de los presentes. Nunca había observado un interés semejante por parte de los hombres a la Eucaristía, que a pesar de que fue extensa siempre estuvieron atentos.

Al finalizar la misa la mayoría de los internos se despidió del sacerdote. “Es una bendición que estén aquí, fuera de nuestros familiares y del párroco de Villa Aldama son pocos los que se preocupan por nosotros”, dijo un preso con una cara de agradecimiento y esperanza.

El lunes, martes y miércoles santo, de las 10:00 a.m. a las 13:30 horas, reflexionamos acerca del jueves, viernes y sábado santo: por qué se le llama Triduo Pascual, cuál es su importancia, y el por qué de las celebraciones.

El martes por la mañana, cuando estábamos reflexionando acerca de que el hombre siempre busca la felicidad y en ese buscar muchas veces se confunde con falsas felicidades; un interno, con voz de autoridad, se levantó y me dijo: “La verdadera felicidad es Cristo, uno anda buscando muchas veces la felicidad donde no la hay. Yo, por mucho tiempo, trataba de ser feliz en las drogas y el alcohol, pero hoy me he dado cuenta que ahí no hay felicidad.” Todos sus compañeros se asombraron que de él estuviera hablando así. Al final de la catequesis uno de sus compañeros me comentó que el que había hablado era rebelde y no se acercaba a la capilla, pero de un tiempo para acá había cambiado. Me quedé sin palabras y al mismo tiempo reflexionando en lo que había sucedido.

Eran las 4:00 p.m. cuando dio inicio la misa de la Cena del Señor. Algo que caracteriza a los internos es su disposición y participación en la Eucaristía.

El viernes por la mañana realizamos el Vía crucis alrededor de una cancha de fútbol rápido que está frente a la capilla, ellos iban enunciando las estaciones y leyendo las lecturas y yo haciendo una pequeña reflexión. Por la tarde, a partir de las 16:00 horas, iniciamos la celebración de la Palabra. Para la adoración de la cruz utilizamos una pequeña cruz y un mantel blanco: no hay para más.

Iniciamos la Vigilia Pascual el sábado a las 4:00 p.m., pues las autoridades nos comentaron que por cuestiones de seguridad sólo podíamos celebrar con los internos hasta las 17:30 horas. Hicimos una pequeña fogata a un costado de la capilla. Todos los internos llevaban una pequeña vela para el rito. La claridad del día no fue obstáculo para celebrar la Pascua. Todos ponían atención cuando se cantó el Pregón Pascual y en la liturgia de la Palabra. Los aplausos, las sonrisas y la alegría se presentaron cuando se entonó el himno de Gloria. No faltó el que se asomó a la capilla para ver lo que pasaba, pero con la misma se fue; tampoco los que estaban en la entrada, como que querían participar pero no se animaban y los que observaban desde la cancha de fútbol con indiferencia.

Estábamos concluyendo cuando escuchamos el sonido de un silbato: eran las 5:30 p.m., y los estaban llamando para pase de lista. Rápidamente agilizamos la conclusión y les ayudamos a recoger sus instrumentos, micrófonos, bocinas y todo lo que utilizamos para la celebración. Sus rostros reflejaban satisfacción, alegría y libertad interior. Los que participaron parecían todo, menos internos.

Nuevamente los visitamos el domingo a las 11:00 a.m. para celebrar la misa y concluir con la misión. El presbítero Marcos Mendoza agradeció la atención y disposición para esta misión y se despidió. Los internos también mostraron su agradecimiento y conformidad. Todos se despidieron de nosotros deseándonos lo mejor, algunos con un abrazo. Yo, por mi parte, seguiré visitándolos todos los sábados por la mañana como parte de mi apostolado.


C O N C I L I Á B U L O

Domingo de Pascua

Sabemos que muchos grupos –especialmente los de la iglesia Catedral de Xalapa han pasado toda la noche celebrando con gran gozo la Pascua, o Resurrección del Señor. Que nadie se extrañe. Hay bailes o fiestas que suelen durar más. Los miembros de estos grupos han entendido muy bien que la Pascua es “la fiesta de las fiestas”. También nosotros celebramos este domingo con una gran alegría en todas las comunidades donde andamos, y deseamos a nuestros lectores felices pascuas durante cincuenta días hasta la fiesta de Pentecostés.

¿Por qué no se permite?

Nos preguntan por qué no se permite, e inclusive se prohibe, la represtación “en vivo” de la Pasión que tanto gusta a la gente y que puede atraer muchos turistas y curiosos. Siempre ponen como ejemplo de lo que sucede en Iztapalapa. Pero ésta es una tradición que por su antigüedad es “tolerada” (165 años).
La liturgia de la Iglesia es simbólica. Los sacramentos son signos visibles que comunican gracia divina; no son espectáculos para fomentar masoquismo, o patologías, que ya hay muchas. No olvidamos que las grandes pasiones o sentimientos, como el amor y la religión, pueden tener grandes desviaciones, por eso al Obispo toca cuidar que su comunidad no se fanatice o enferme. Hay que alabar a Dios con sencillez de corazón.

Procesiones y playas

Nuestro pueblo se ha dividido en estos días de vacaciones. Unos se han ido a las playas y otros –más piadosos- participaron activamente en las celebraciones religiosas, las que vulgarmente se llaman Semana santa o, con más exactitud, la “Pascua del Señor Jesucristo”, es decir, su paso de la muerte a la vida luego de su obediencia total en contraposición del antiguo Adán.
Nosotros, durante la primera semana, hemos acompañado a los fieles, en los más diversos pueblos y parroquias; y ahora estamos en nuestras casas de vacaciones. La religión no tiene que ser opresión ni masoquismo, sino liberación y alegría.

Una dotación de libros

El padre Juan Beristáin de los Santos nos ha conseguido, de la Editorial de la Universidad Veracruzana (UV), una buena dotación de libros que ingresan a nuestra biblioteca. Lo agradecemos cordialmente a las autoridades universitarias, en especial al señor rector doctor Raúl Arias Lovillo. También hemos visto con mucho gusto los nombramientos de amigos muy conocidos, como el doctor Adolfo García de la Sienra, nuevo director del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IF) y del doctor Daniel Gómez, en el Instituto de Investigación en Psicología y Educación (IIPE). Hemos leído estas noticias en el Diario de Xalapa.
La Editorial de la Universidad ha tenido días gloriosos en tiempos pasados, y esperamos ver resurgir su fama.

¿Murió por todos o por muchos?

Hoy que es domingo de Pascua entra en vigor la decisión de la Congregación Romana y la Disciplina de los Sacramentos, avalada por el papa Benedicto XVI, de hacer un cambio en las palabras de la consagración de la misa. En el momento más solemne. Son dos cambios, en realidad: el primero, en lugar del “vosotros” –que es propio de España- entre nosotros se dirá “ustedes” -que es la forma de hablar en México. Y el cambio es el segundo: en las palabras de la consagración del vino: “Sangre que será derramada por ustedes y por muchos, para el perdón de los pecados”.
Esto ha creado alguna confusión, porque hasta ahora se decía: “Que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”. ¿Por qué este cambio en la traducción? ¿Acaso Jesús no murió por todos? Los teólogos nos tienen que explicar qué ha pasado.
Ciertamente consta en las Sagradas Escrituras que la salvación es universal, pero desde los primeros tiempos la liturgia sacramental puso la expresión “por muchos”, para indicar que la redención es para quienes aceptan a Jesús como salvador. Parece un asunto complicado y esperamos más respuestas de los teólogos y exegetas.

“Son filósofos verdaderos aquellos a quienes gusta contemplar la verdad”
(Platón)

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