Domingo 17 de febrero de 2008



Plana semanal del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, Ver. MÉXICO

Desde el año 2000

Aparece los domingos en el Diario de Xalapa








E D I T O R I A L

El amor del conocimiento y el conocimiento del amor

La vida de la persona y de la sociedad es compleja, aunque dicha complejidad no impide que se pueda tener una visión certera o estudio formal de ella para reconceptualizar, optimizar o modificar algunos aspectos básicos o periféricos. La persona es sí misma es una realidad compleja que cuando se desea tener un acercamiento siempre existen obstáculos grandes que impiden conocer el ser, quehacer, sentir y pensar de la persona. El mejor modo de conocer a la persona es la empatía, vivencia y encuentro singular e intenso de cada día. A la persona se le ama, se le conoce y se le acepta, nunca mediante ideas sino en la vivencia de cada día, en el encuentro a cada instante con quienes se convive. Conocer a la persona es desear estar con ella en sus circunstancias concretas y cotidianas. Ver a los ojos a la persona es reconocerla con todo lo que es, siente y tiene. La ventana del conocimiento de la persona es su contexto y sus ideales y aspiraciones. Amar es conocer y conocer es amar.



Antes la Justicia que la Caridad

JOSÉ IVÁN MERCED CASTRO

Como es costumbre, se ha publicado el mensaje que con motivo de la cuaresma, que el Papa Benedicto XVI dirige a los fieles católicos cada año; en esta ocasión el Papa reflexiona acerca de la práctica de la limosna, que junto con la oración y el ayuno la Iglesia propone para vivir el proceso de renovación interior característico de la cuaresma. Ante una fuerte seducción de las riquezas materiales, la limosna, afirma el Papa: “representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales”. Se puede ver que el mensaje del Papa es, por un lado un llamado a los cristianos para contrarrestar el individualismo que caracteriza actualmente a la sociedad y por otro, una advertencia para no dejarse arrastrar por un consumismo desenfrenado.

Benedicto XVI menciona que la limosna es un ejercicio práctico que ayuda a no idolatrar las riquezas materiales y que el hecho de ayudar a los demás es una muestra de la bondad divina; también, resalta las colectas que se organizan en todo el mundo como un signo de comunión eclesial.

El Papa recuerda en su mensaje que nadie es propietario de los bienes que posee, sino sólo su administrador: “no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo” y hace un llamado a los fieles que viven en países de mayoría cristiana a la práctica de la limosna con los más pobres y necesitados, pues su responsabilidad es más grave. Es notorio el alcance social de la limosna que señala el Papa, pues afirma que: “Socorrer a los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad”.

Ante una sociedad de la imagen que muchas veces se mueve bajo la dinámica de la apariencia, Benedicto XVI, parte del consejo evangélico de que la limosna se realice en secreto, no para llamar la atención, sino por el simple hecho de ayudar a quien lo necesita; esta exhortación se alza contra aquellos que alardeando de sus actos de generosidad, sólo buscan protagonismo y aceptación de los demás. Sin embargo, el Papa señala que la limosna: “no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo, que muriendo en la cruz se entregó a sí mismo por nosotros”.

El Papa defiende el hecho de que hay más alegría en el dar que en el recibir, pues el ser humano no ha sido creado para sí mismo, sino para Dios y los demás, de modo que cuando el ser humano da algo de sí expresa la verdad de su ser y experimenta que la plenitud de la vida proviene del don que hace de sí mismo al otro. Es precisamente aquí donde el Papa llama a salir del individualismo que se hace indiferente de la necesidad ajena, pues la práctica de la limosna educa a la generosidad del amor y es en último término donación, no de lo que se tiene, sino de lo que se es, es decir, se entrega la propia persona.

“El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor. Por tanto, lo que da valor a la limosna es el amor, que inspira formas distintas de don, según las posibilidades y las condiciones de cada uno”. De este modo el Papa hace un llamado a emprender el camino cuaresmal con la práctica de la limosna, que es a la vez anuncio y testimonio de Cristo en una sociedad en donde cada vez más todos se alejan de todos.


¿Cuál es el camino?


SERGIO PÉREZ PORTILLA


Es innegable que existen ciertos actos humanos que no gozan de plena aceptación, aun cuando podamos establecer puntos que aminoren la carga de responsabilidad que en sí tienen dichos actos. Es decir, no podemos negar que hay actos buenos y malos, por lo que se hace necesario, y a todos atañe, el reflexionar sobre el bien y el mal, y actuar en consecuencia de dicha especulación.

Hablar de bien y mal a muchos parecerá infructuoso, sobre todo porque el mundo actual es lo suficientemente relativista como para aceptar que existe una regla de oro que haga concordar las acciones de todos los hombres; pero cuando observamos con detenimiento los resultados de las decisiones individuales o políticas y sus efectos –los inconvenientes, por supuesto – en el mismo individuo y en la sociedad, se ve esa necesidad que arriba planteábamos: debemos preguntarnos qué es el bien y qué el mal.

El bien es siempre aquello que realiza al hombre, que lo hace ser precisamente humano, y el mal es lo que actúa de forma contraria. Parece que este acercamiento bien puede proponernos un guión.

En la antigüedad el bien era concebido como lo artístico y, por extensión, con el artista, sea cual fuere su profesión, porque se creía que la técnica era lo que realizaba a los hombres: de aquí el famoso virtuosismo, el decir que cierta persona ha nacido para ser músico, o pintor o jardinero o zapatero y para nada más. Y seguimos en la misma línea primera, pues se trata de que el hombre haga lo que le corresponde hacer. Mas no sólo es lo que le corresponde hacer, sino también lo que le corresponde ser. Por esto se pensó en otro tipo de bien. Ya no era la realización del hombre crear de acuerdo con un genio propio, sino haber sido creado, y por tanto actuar desde aquí, de acuerdo con un modelo, con una idea, y mientras el hombre respetara esta naturaleza, actuara conforme a la idea que su creador había tenido, entonces actuaba bien. Aquí encontramos a Platón y a san Agustín, por ejemplo.

El bien resultó estar en un nivel práctico, primero, y luego en uno ontológico. Pero estos no agotan al bien, pues incluso hemos dicho antes que nos referimos a los actos humanos, y estos se encuentran en el plano ético, y este plano se encuentra en el ámbito antropológico. No queremos ser relativistas como el mundo en el que vivimos, pues no vamos a decir como Protágoras que el hombre es la medida de todas las cosas tal como hoy se quiere entender, pero sí que en él se encuentra su misma realización.

La contraparte del bien, el mal, se ve también reflejada en los dominios mencionados, pues hay males físicos, naturales, lógicos, ontológicos y morales. Algunas veces estos males son llamados sencillamente errores. El mal que nos concierne en estos momentos es el moral. Cuando hablamos de actos moralmente malos, éticamente malos, entendemos inmoralidad y por tanto desviamos nuestra mirada a la religión, como diciendo que son sermones de viejitos, pero debemos recordar que la religión tiene su sustento en el hombre mismo y en su sociedad. Es decir, la religión, sea cual sea, responde a los anhelos que todo hombre contiene en su interior.

Ahora bien, el mal será lo que no deja al hombre realizarse en ninguna de sus dimensiones: biológica, psicológica, social y espiritual. Si algo daña la corporeidad del hombre, eso es un mal. El cuerpo es más que un constitutivo del hombre, es el hombre mismo, pues el cuerpo sin alma no es hombre, ni el alma sin cuerpo lo es. Por eso el hombre es unidad alma-cuerpo, más que unión de alma y cuerpo. Si algo daña la psicología humana, las facultades del alma, también es un mal. Si existe un acto que no tan sólo debilite sino que imposibilite o rompa el lazo natural de relación humana, ese acto bien puede ser juzgado como malo. Por último, si podemos encontrar un tipo de acciones y decisiones que hagan al hombre enterrarse en su aquí y ahora, y hacerlo olvidarse de que en él existe la imperiosa necesidad de trascender y trascenderse, también debemos ser cautos y críticos, discerniendo qué hacer y qué no. Todos estos males deben ser vistos con objetividad, ni con extremismos ni con laxismos.

A todos atañe, pues, reflexionar acerca del bien y del mal, porque son dos caminos diferentes, el primero lleva a la realización del hombre, y el segundo a su frustración.



ESTO YO NO LO SABÍA…


¿Por qué Benedicto XVI?

ARTEMIO DOMÍNGUEZ RUIZ

Muchas especulaciones se tuvieron, en el inicio de este pontificado, por la elección que tomó Joseph Ratzinger del nombre de Benedicto XVI, pero pocos saben la verdadera intención del sucesor de Pedro: quiere indicar la firme decisión de trabajar por la paz. Primero, porque san Benito, patrono de Europa, en un mundo destruido por los bárbaros, organiza una nueva civilización pacificadora; y segundo, porque el papa Benedicto XV, en la primera guerra mundial, declara que la guerra es una carnicería inútil. La violencia engendra violencia.

… pero ahora ya lo sé.





C O N C I L I Á B U L O




Manuel R. Gutiérrez



Pocos recuerdan la grave disputa entre Enrique C. Rébsamen y su sucesor en la dirección de la Normal Veracruzana, que quedó plasmada en el libro La nueva faz de la evolución del método, de Manuel R. Gutiérrez, cuyas críticas se extendieron también a la Guía metodológica para la enseñanza y la escritura que había escrito Rébsamen. Entre nosotros Rafael Cessa Jáuregui escribió su tesis sobre esta célebre polémica en la que, como siempre, el problema es saber distinguir en qué sentido está usando la palabra método cada uno de los que disputan.

Hay que recordar que en ese entonces no existía la Universidad Veracruzana (fundada en 1947) ni la Escuela de Altos Estudios que luego se convirtió en la Facultad de Filosofía de la UNAM. Durante el porfiriato todo estaba dominado por el positivismo y lo único que valía era el fenómeno y sus leyes, sin preocuparse en absoluto de dónde podía venir la realidad, qué era y para qué. Lo único que importaba era el Cómo o sea cómo dominar la naturaleza, el avance del progreso y la libertad humana. Se había entrado al reino de la razón, o del hombre, lejos de la ley de Dios. La ciencia se ocupaba del “cómo” y no le interesaba ni el “por qué” ni el “para qué”. Muchos que usan el término “positivo” en su acepción siempre válida ignoran que también tiene una acepción completamente peyorativa. Hoy nos preocupa más la ética y el misterio de Dios y de nuestra propia vida.



Tres grandes maestros


Con ocasión de la canonización del santo Rafael Guízar Valencia muchos recordaron que su Seminario, el Seminario de Veracruz, fue el único que se mantuvo abierto o más bien, clandestino, en la ciudad de México, porque las leyes no permitían este tipo de instituciones. La religión se consideraba el “opio del pueblo” – según la sentencia de Marx, cuya doctrina había sustituido al positivismo ¡Aquellos eran otros tiempos!

Al principio del siglo, los profesores del seminario de Xalapa eran franceses que se fueron como capellanes a la primera guerra mundial. Luego vino un grupo de sacerdotes bajo la estela del santo Guízar: tres de estos acaban de morir: Jesús Melgoza, luego obispo, Luis Castillo, célebre canónigo de la Iglesia Catedral y Francisco Soto, conocido en muchas naciones, exegeta muy respetado entre nosotros.

Ahora los ministros religiosos son veracruzanos en su inmensa mayoría: empezando por el señor Arzobispo don Hipólito Reyes Larios del Ciudad Mendoza, Ver (O Santa Rosa) y arzobispo emérito don Sergio Obeso Rivera, nacido en Xalapa en la calle Clavijero.


Un nuevo libro de Jacob Buganza


Luego de su excelente traducción de una obra de Antoni Rosmini, Jacob Buganza, ex-alumno de nuestra Facultad de Filosofía, ha publicado un nuevo libro en compañía de Eduardo Fernández de la Universidad de Chihuahua “Reflexiones filosóficas sobre Hermenéutica y Semiótica” (Editorial Torres Asociados, México 2008). Nos sorprende el trabajo y la prolijidad de Jacob Buganza que por lo visto está llamado a grandes cosas, siempre con la guía y consejo de Mauricio Beuchot.


Tres Diáconos


El 22 de febrero en la Iglesia catedral serán ordenados los tres “insertos” en la vida pastoral de los que ya hemos hablado y que ahora están en la parroquia de San Rafael Guízar Valencia, siempre bajo la dirección del padre Carlos Carmona , Vicario episcopal de pastoral.

Pro diezmo


El 23 de febrero tendrá lugar la llamada “Rifa Pro diezmo” “que en realidad es la ayuda libre y voluntaria que los fieles católicos dan para ayuda de su Iglesia. Ahora lo que parece urgir es una buena capilla para el propio seminario según las promesas del nuevo arzobispo, don Hipólito Reyes Larios.


Accidentes automovilísticos


Con frecuencia nos llegan noticias y rumores de accidentes de automóviles en que se ven involucrados presbíteros ¿Por qué corren tanto los padres jóvenes? Debieran tener mucho más cuidado pues sus manos y su cabeza están consagradas y son muy pocos los seres humanos que transmitan tan directamente las cosas de Dios entre nosotros. Lo decimos con amor y respeto. Los hemos visto como compañeros y luego los vemos como personas sagradas de verdad. Ellos – y muchos maestros andan en las carreteras para llevar a nuestros pueblos un poco de luz y una vida mucho mejor.


“Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”.

(Jorge Luis Borges)

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