Domingo 27 de enero de 2008


Plana semanal del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, Ver. MÉXICO
Desde el año 2000Aparece los domingos en el Diario de Xalapa




E D I T O R I A L
Entre un yo y un nosotros
El hombre se rige a sí mismo en cuanto individuo, pero también se rige comunitariamente en cuanto ser social. No cabe duda de que el orden debe guiar los caminos de todos los peregrinos de este mundo, pero también debe existir una finalidad clara e inequívoca, y la felicidad es una muy buena razón para estos andares. Ella debe sobrepasar todas las situaciones difíciles que complican el avance en la búsqueda de la realización del yo –un yo nunca egoísta -- y que a la vez intentan detener dicho progreso. La perspectiva de la felicidad que se basa en el bienestar propio y que no ahoga el del otro es una de las mejores, digna base, válido sustento.
En cuanto a la búsqueda de la realización del nosotros, de la sociedad que se forma y conforma no arbitrariamente sino por naturaleza y en función del bien común, también deben existir caminos y metas. Las leyes establecidas por un pueblo de acuerdo con su estructura propia otorgan al mismo el mínimo requerido para una verdadera y sana convivencia, pues han sido propuestas desde la experiencia de vida en común. Dentro de la Iglesia Católica este tipo de leyes están asentadas en el Código de Derecho Canónico.



Buscar la felicidad plena: Verdadero Filósofo

JOSÉ JAIR HERNÁNDEZ ACOSTA

Viendo a mi alrededor, desde hace algunos meses, surgió en mí un pensamiento, que a varios ya he manifestado: “lo que mueve a todos los hombres a actuar y ser es la posesión de la felicidad”. No es algo extraño encontrar por nuestras calles a diversas personas con diferentes filosofías. Por ejemplo, tenemos a los conocidos como hippies, a los darquetos, a los que son muy naturistas, a los cristianos, estos entre muchas otras filosofías y maneras de vivir que se han adoptado. Qué es lo que nos mueve a tomar una u otra manera de vivir: el poder ser felices. Cada una de las filosofías antes mencionadas nos propone una manera en la que tenemos que vivir para estar bien con nosotros mismos y con los demás, viviendo de esta o de esta otra manera seremos felices, pero sea cual sea el modo de vida, tarde o temprano llega a nosotros ese sentimiento, que en lo particular me causa angustia, de que no somos felices. Desde el inicio de la humanidad, la felicidad ha sido un tema que siempre ha estado presente, en el principio no recibía este nombre, pero fue con la cultura griega con la cual se empezó a utilizar más este denominador y se trató de definir en qué consta el ser felices.
Benedicto XVI en su reciente encíclica también aborda el tema de la felicidad. Antes de la venida de Jesucristo ya se hablaba de la felicidad, varios filósofos que le precedieron abordaron este tema, interesa ver cuál es la novedad que se presenta en Jesucristo. Antes de las enseñanzas del Nazareno, los filósofos, en su mayoría, hablaban de cómo se puede lograr ser feliz en este mundo, pero Jesús nos muestra el camino de la felicidad que no sólo es terrena, sino también una felicidad que está en el más allá, una felicidad metafísica. Cierto es que Platón también hablaba de una felicidad metafísica en el mundo de las ideas, pero nunca estuvo tan bien formulada como la que expuso el Mesías. Cuando Jesús vino al mundo, la filosofía que estaba en boga era la filosofía discursiva, como dice el actual Obispo de Roma, estaban los filósofos charlatanes que ya no les apasionaba la verdadera sabiduría, ya no les apasionaban los temas que versaban sobre la verdadera vida, lo que les gustaba era el cobrar por enseñar y al pueblo le gustaba que les enseñaran como poder defenderse discursivamente.
Benedicto XVI llama a Jesús con el calificativo de “El verdadero filósofo”. El Papa dice que el filósofo es la persona que nos muestra el arte de la vida y también de la muerte, el que nos puede iluminar acerca de la verdadera vida. Jesús nos abre un camino que nos muestra una felicidad en plenitud, pero esta felicidad nunca la vamos a poseer mientras estemos en este mundo, sino que la posesión de está felicidad se encuentra más allá de la muerte. Sólo quien es capaz de mostrarnos un camino más allá de la muerte es un verdadero filósofo, dice Spe Salvi.
Mucha gente podría refutarme la idea que expuse anteriormente de que tarde o temprano llega a nosotros la sensación de que no somos felices, y tal vez esto se debe a que siempre han gozado del éxito. Muchos hemos puesto nuestra felicidad en cosas materiales o superfluas como lo puede ser tener un buen trabajo, una buena fama, dinero, entre otras muchas cosas, pero cuando nos acostumbramos a esto o esto llega a su fin, surge en nosotros esa sensación de insatisfacción y vemos que en realidad ahí no se encontraba la felicidad, sino que son cosas que por un momento nos dan satisfacción y esta satisfacción produce en nosotros felicidad.
Después de lo expuesto anteriormente, podría venir a nosotros la idea de que entonces el hombre está condenado a vivir feliz sólo por momentos. En uno de los últimos apartados de la encíclica que estamos mencionando, encontramos la afirmación de que este mundo es imperfecto y, partiendo de esto, ¿cómo queremos ser felices en este mundo si no es perfecto? La felicidad se encuentra en lo perfecto, es así que acá nunca poseeremos una felicidad que nos colme totalmente, sino que tendremos momentos de felicidad que nos impulsarán a buscar la posesión de la felicidad plena, aquella que nos saciará totalmente y que, comparando, será como el momento más feliz de nuestra vida perecedera pero maximizado, y todos los hombres estamos ansiosos de poseer esta felicidad, ya que todos estamos en espera de la vida que es realmente vida, como afirma Benedicto XVI.
Hablando en singular, pienso que nos ejercitamos diariamente en la esperanza, en la esperanza de que llegará el día en que se poseerá una felicidad que nada ni nadie podrá arrebatar, será entonces cuando esta esperanza sea la que nos saque a flote cuando el desánimo y la sensación de infelicidad traten de hundirnos. Comparto el concepto de felicidad como lo define la carta a los hebreos: “hypostasis de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”. Mientras estoy a la espera de poseer esta felicidad imperecedera, seguiré disfrutando de los momentos de felicidad que tenga. Buscaré al Verdadero Filósofo que me ayude a aprender el arte de vivir, pero también de morir y como estudiante de filosofía, recobraré el verdadero sentido de ella y volveré sobre lo que realmente versa, la verdadera vida.


¿Situaciones difíciles?
CARLOS ÁVILA GAMINO

La sociedad en general y el hombre en particular siempre se han quejado de que tienen problemas; sin embargo, son pocas las personas que se ponen a pensar, dejándose guiar sólo por las reacciones inmediatas o estímulos provocados por esa situación difícil que viven. Puesto que la persona se encuentra inmersa en esta situación tiende a cerrarse, descuidando aspectos fundamentales como la familia, cónyuge, hijos, trabajo, amistades e incluso su propia presentación, dejándose arrastrar por los problemas que ya han llenado su mente, y lo han dejado ciego, sin poder ver su situación desde otro ángulo de la vida.
Es, pues, donde muchas personas dan más importancia a este aspecto tan cotidiano y a la vez tan frustrante para el hombre. Es necesario darse cuenta que se tiene la oportunidad de abrirse a nuevos horizontes, nuevas posibles formas de ver la vida, distinta a como se le mira, no cerrándose a estructuras ya establecidas. Es decir, no dar los primeros impulsos que vengan desde las entrañas, sino más bien detenerse a analizar la situación y aclarar a paso lento cada uno de los momentos que constituyen ese problema.
Sólo si se sale de lo marcado o establecido por la sociedad, dejando atrás prejuicios y supuestos, se podrá entrar en razón y así poder reaccionar dando primacía a la reflexión y no al impulso visceral, porque la mayoría de las veces en las que hay problemas se sale con la primera oportunidad que se presenta, sin ver las circunstancias o el contexto. Para poder pensar un poco y sacar algo de provecho, acaso ¿es mejor huir de los dolores de cabeza?
Ahora ya se sabe, ya se ha descubierto: es conveniente quitarse el velo que impide ver con claridad, ya que por mucho tiempo se ha estado atado y encerrado en un mundo reducido a sí mismo, sin ver las maravillas que ocurren en derredor. Ya es tiempo de salir y dar la cara a problemas y situaciones que han hecho temblar y sufrir momentos de angustia y desesperación al hombre.


XXV aniversario del código de derecho canónico
ELÍAS SOTO
El pasado 25 de enero se cumplió el XXV Aniversario de que el Papa Juan Pablo II promulgó el Código de Derecho Canónico. Efectivamente, un 25 de enero de 1983, Papa Wojtyla estampó su firma en la Constitución Apostólica Sacrae Disciplinae leges mediante la cual promulgaba una nueva legislación para la Iglesia latina. Esta fecha es muy significativa ya que un 25 de enero de 1959 Juan XXIII anunció por primera vez la decisión de reformar el llamado Código de 1917 que fue el primer compendio sistemático de leyes en la Iglesia Católica.
A los 25 años de haberse promulgado el nuevo Código se han realizado muchos eventos especialmente en Roma y también en muchas Universidades Católicas y así el Pontificio Consejo para los Textos Legislativos convocó a un Congreso con más de setecientos participantes de todo el mundo. Este Congreso tuvo como título “La ley canónica en la vida de la Iglesia. Investigación y perspectivas, en el signo del reciente Magisterio Pontificio”. Nuestra misma Universidad Pontificia de México celebró un Simposio analizando algunos delitos en que pueden incurrir los clérigos y cómo pueden ser castigados en el ordenamiento canónico y civil.
El Código de Derecho Canónico es un cuerpo sistemático de leyes que rige la vida de la Iglesia y es un medio para que ésta, en cuanto pueblo peregrino, realice la misión que Jesucristo le encomendó en esta tierra. El Codex Iuris Canonici ayuda a establecer la comunión de los fieles entre si tutelando sus derechos y urgiendo sus obligaciones. ¡Lástima que el Código de Derecho Canónico es desconocido por la inmensa mayoría de fieles laicos!
En todos los Seminarios se imparte la cátedra de Derecho Canónico y el nuestro no es la excepción. En cuatro semestres se da una visión general de todo el Código insistiendo en aquellos libros que en la práctica pastoral tienen una incidencia mayor.
En la pagina web del Vaticano http://www.vatican.va/ se puede consultar el Código de Derecho Canónico en la sección de Textos Fundamentales. Desde luego que en librerías católicas se puede adquirir un ejemplar.En la Iglesia también hay leyes las cuales si son observadas en su letra y espíritu garantizan la vivencia del Evangelio.




C O N C I L I Á B U L O
Tesis tesis

Cuatro alumnos del cuarto de Filosofía estudian filosofía mexicana, porque de nada sirve conocer a los grandes autores determinantes de la cultura universal si no conocemos nuestros propios raíces y orígenes. El libro clave suele ser el de Samuel Ramos que, como es sabido, inspira también El Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz.
Pero otros estudiantes, como José Liborio Guzmán Anaya, estudian autores de la Patrística, especialmente san Agustín. Guzmán Anaya ha estudiado Los amigos de san Agustín. Hay que recordar que en la Antigüedad, al no haber libros, periódicos, radio, televisión, computadoras, Internet ni celular, la comunicación se hacía oralmente en pequeños grupos o por cartas. De ahí viene que los antiguos tengan un concepto muy alto de la amistad o del pequeño grupo, donde se discute, se busca conjuntamente y se establece relaciones que tienen también influencia de la comunidad cristiana tal como aparece en los Hechos de los apóstoles y, más tarde, en las abadías benedictinas.
Ésta es la función de las academias, o seminarios, donde un pequeño grupo pone su inteligencia a la disposición de todos más allá del individualismo egoísta de quien únicamente está pensando en ahorrarse los exámenes o en lograr puntos para una beca mejor.

Los últimos días

A Ricardo Flores García, estudiante de cuarto de filosofía, le costó mucho encontrar el libro Los últimos días de Kant, de Thomas Quincey (Ediciones Coyoacán, México 1999). Por alguna razón había desaparecido de la biblioteca del Seminario. Las bibliotecas deben ser estrictamente controladas, porque los libros están para el servicio colectivo. Curiosamente Flores García encontró antes a Thomas de Quincey y sólo más tarde pudo dar con la pequeña obra sobre Kant que muestra al gran filósofo con sus manías de vejez y su invariable honradez intelectual.

Libros sobre Ratzinger
Alguien nos ha traído dos libros más sobre Joseph Ratzinger, ahora que hay disturbios en la Universidad de Roma hicieron imposible su presencia en dicha academia: el primero se titula Iglesia, Ecumenismo y Política (BAC, Madrid 2005, segunda edición). El otro es De Joseph Ratzinger a Benedicto XVI, de Marco Bardazzi (Ediciones Encuentro, Madrid 2006). Ya habíamos hablado de la contraposición que hay entre la propia autobiografía del Papa (Mi vida, Ediciones Encuentro, Madrid 2005) y las Memorias de Hans Küng (Libertad conquistada, Editorial Trotta, Madrid 2003). Las universidades alemanas tienen facultades de Teología pagadas por el Estado y de ahí salen grandes intelectuales tanto católicos como protestantes. También habíamos hablado ya del libro de Olegario González de Cardedal, Ratzinger y Juan Pablo II –La Iglesia entre dos milenios (Ediciones Sígueme, Salamanca 2005). Quisiéramos que nuestros intelectuales católicos estén al día porque en el relativismo moderno parece que cualquier opinión es válida y atendible, pero no a todo mundo se puede “dar beligerancia”.

“El reino del hombre”, el progreso, la libertad y la paz
El tema de la esperanza es particularmente adecuado para los jóvenes. Os propongo, en particular, que hagáis objeto de reflexión y confrontación, también en grupo, la parte de la encíclica en donde trato sobre la esperanza en la época moderna. En el siglo XVII Europa sufrió un auténtico cambio de época y desde entonces se ha ido consolidando cada vez más una mentalidad según la cual el progreso humano es sólo obra de la ciencia y de la técnica, mientras que a la fe sólo le competería la salvación del alma, una salvación puramente individual.
Las dos grandes ideas fundamentales de la modernidad, la razón y la libertad, se han separado de Dios para llegar a ser autónomas y cooperar en la construcción del «reino del hombre», prácticamente contrapuesto al reino de Dios. Así, se ha difundido una concepción materialista, alimentada por la esperanza de que, al cambiar las estructuras económicas y políticas, se puede edificar finalmente una sociedad justa, donde reine la paz, la libertad y la igualdad.Este proceso, que no carece de valores y de razones históricas, contiene sin embargo un error de fondo: el hombre no es sólo producto de determinadas condiciones económicas o sociales; el progreso técnico no coincide necesariamente con el crecimiento moral de las personas; más aún, sin principios éticos, la ciencia, la técnica y la política pueden utilizarse –como de hecho ha sucedido y como por desgracia sigue sucediendo- no para el bien sino para el mal de las personas y de la humanidad. (Benedicto XVI, Discurso a los estudiantes universitarios de Roma, jueves 13 de diciembre de 2007, L’Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 22 al 28 de diciembre de 2007).



“La inteligencia se demuestra en las preguntas, no en las respuestas”
(Dr. J. B. Zilli Mánica)

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