Domingo 23 de diciembre de 2007


Plana semanal del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, Ver. MÉXICO
Desde el año 2000
Aparece los domingos en el Diario de Xalapa


E D I T O R I A L


Reciprocidad del reconocimiento de nuestro ser personal


Efectivamente, Navidad significa nacimiento. Recordamos el nacimiento histórico de Jesús, Hijo de Dios y de María, no sólo como un hecho histórico más, sino por lo que significa en la vida de una comunidad de fe y de una sociedad occidental. Esta conmemoración cristiana reviste, por un lado, un rasgo de ingenuidad, pero, por otro lado, implica una transformación radical e insobornable de toda persona. Las luces de colores, los nacimientos sencillos en las casas, el envío de tarjetas navideñas, los clichés en los saludos orales de Navidad, etc. parecen algo repetitivos y hasta monótonos. Pero, el riesgo demandante e insustituible de este acontecimiento supone volver sobre la vida personal de cada uno de nosotros, tener presente la presencia imperiosa del otro que está cerca o lejos de mí, revisar la justicia debida a quien vive en mi contexto, salir de uno mismo para no morir sofocado sin consultar en lo más mínimo al otro. Se trata, en última instancia, no sólo de vivir y existir sino de cumplir con una pequeñísima y fundamental regla de convivencia: la reciprocidad del reconocimiento de nuestro ser personal.


La Otra Navidad


JOSÉ IVÁN MERCED CASTRO


Pasado mañana es Navidad, celebramos el Nacimiento de Jesús, nuestro Salvador, el mayor acontecimiento de la historia. Salimos a la calles y respiramos ya el espíritu navideño: vemos infinidad de gente realizando sus compras para la tradicional cena de Nochebuena; en los comercios están presentes los árboles llenos de luces, los aparadores con motivos rojos y verdes y un Santa Claus no falta en algún centro comercial para escuchar las peticiones de los niños que esperan un regalo; también circulan las piñatas que serán apaleadas para poder disfrutar alguna golosina; las dulcerías se muestran abarrotadas, la gente camina apurada, pero feliz… todo es paz, todo es alegría, todo es emoción porque ya falta poco.

Sin embargo, éste es sólo un rostro de la navidad, pues la gente que vemos es aquella que quizá recibió el esperado aguinaldo o sacrificadamente y gracias a sus ahorros realiza sus compras. Desafortunadamente no a todos invade de la misma manera el espíritu navideño; en una sociedad con muchas diferencias sociales, las más vulnerables no aspiran a grandes cosas en estos días, de modo que resulta oportuno preguntar: ¿y la gente pobre?, ¿aquella gente que vive al día y sobrevive con lo que difícilmente puede obtener?, ¿la gente que tiene que pasar estos días en un cuarto de hospital o más terriblemente en la calle? Ese es precisamente el otro rostro de la Navidad, la otra Navidad. Mas no se puede interpretar la realidad sólo desde el horizonte económico, sino que es esta una reflexión que sirva como un llamado a que quienes tenemos la posibilidad de gozar estos días en compañía de nuestra familia y al menos con lo necesario, recordemos a aquellas personas para las cuales la Navidad les dice muy poco.

Si se quiere vivir plenamente el espíritu navideño, se tendría que recurrir a la grandeza del acontecimiento que fundamenta todo el movimiento de esta época del año. Lamentable es que muchas de nuestras fiestas navideñas en no pocas ocasiones se desvían de lo que les da origen y no pasa de ser una época de consumo y excesos. ¿En dónde estaría la posibilidad para hacer que en esta Navidad seamos más abiertos a las necesidades de los demás y así festejar realmente el nacimiento de Jesús? Pues en Él mismo, en recuperar en nosotros el sentido del misterio, en seguir dejándonos sorprender por lo que nos sobrepasa, por lo que está por encima de nuestros cálculos y teorías. No por nada la historia actual se divide en un antes y después de Cristo. El llamado está pues en acercarse a contemplar el Nacimiento del Hijo de Dios, en Aquél que se ha hecho uno de nosotros, que ha escogido nuestra tierra para habitar y conocer las grandezas pero también las miserias de la humanidad.

Bajo esta perspectiva, en donde Dios que se humilla para salvar al hombre es como podríamos encontrar un sentido nuevo a esta Navidad, nuevo no porque de suyo no lo tenga, sino porque muchas veces nos sobrepasa más lo accidental de la época, verdad que se refleja con un cierto aire de frustración al otro día de la que debe ser verdaderamente una noche buena. Festejemos y mucho, celebremos y demos abrazos, pero recordemos a aquellos que tienen poco o nada y démosle un poco de nuestro amor, eso es precisamente lo que Jesús ha venido a hacer con nosotros.


¡Tráfico y desesperación!


ARTEMIO DOMÍNGUEZ RUIZ


Ya no se puede andar en la calle. Los coches impiden que cada uno llegue a su destino deseado a tiempo y con tranquilidad. Bolsas, luces, frutas, ropa, zapatos, etc., llenan las cajuelas y da la sensación de que las calles se achican y no se puede pasar.

Las grandes tiendas están abarrotadas. Parecen unos enormes hormigueros donde todo mundo tiene que aportar algo a la reina: el comercio. Prisa, enojo, alteración… cada uno lleva en su pensamiento lo que va a comprar y no importa lo demás. Si se consiguió, entonces se alegra, pero si no, le causa cierta frustración por no haber adquirido lo deseado.

Este es el ambiente navideño. Esta es nuestra situación vital hoy, en vísperas de la Noche Buena y del Nacimiento del Salvador del mundo. La mayoría espera llenar estos días con luces, adornos, comidas y regalos. Pareciera que el corazón se conformara con esto. Pareciera que lo material suple un abrazo sincero, una sonrisa transparente o un beso lleno de amor.

Con todo esto, se puede uno preguntar ¿dónde está el hombre? ¿Hacia dónde se dirige? Las respuestas dependen de cada uno. Los filósofos nos lo podrían decir mejor. Darán argumentos llenos de validez, pero carentes de sensibilidad. Hoy constatamos que lo que mueve al hombre está muy lejos de llevarlo a una verdadera realización.

El mal humor no proviene del tráfico y el embotellamiento vehicular. El mal humor viene de un profundo sinsentido de la vida y una inmensa soledad. Porque lo accesorio no suple lo esencial. Lo material, como don de Dios, da una felicidad relativa, pero nunca suple el amor que anhela nuestro corazón.

Un nacimiento ha cambiado al mundo (o lo cambió hace tiempo), pero ahora se ha quedado en el accesorio y se ha perdido de vista lo esencial. Se ha quedado en la fiesta y se ha olvidado al que es causa de esa gran fiesta para la humanidad. Los pastores han perdido el rumbo y no han podido llegar a Belén a adorar al gran Salvador de la humanidad.
Sólo queda una esperanza, sólo queda aguardar con paciencia, en este camino de soledad, que alguien nos anuncie la Paz y la dicha y lo podamos constatar en el nacimiento del Niño Jesús en nuestro corazón. ¡Felicidades a todos nuestros lectores!


C O N C I L I Á B U L O


Nuestra posada

El 19 de diciembre tuvimos nuestra posada comunitaria y nos hemos unido a todos los que en los barrios, en las vecindades, en las iglesias, en los centros de trabajo, en las escuelas… celebran las posadas. Un gran invento y una característica de los mexicanos. Donde hay mexicanos hay posadas. Se sabe bien que fueron originadas en el convento de Acolman, junto a Teotihuacán y que fueron los padres agustinos los primeros en organizar una posada precisamente para suplantar las fiestas en honor a Huitzilopoxtli. Y no se nos olvida que también el primer filósofo mexicano es un agustino. No son ellos los principales evangelizadores, pero tienen méritos extraordinarios como lo que acabamos de decir y también la belleza de las construcciones que nos dejaron.



La cultura en México


Son cuatro los alumnos que están haciendo su tesis sobre el libro de Samuel Ramos llamado “El perfil del hombre y la cultura en México”. Es obra antigua, ya se sabe. Y es también la que inspira “El laberinto de la soledad” de Octavio Paz. Hay mucho que discutir sobre el tema y, sobre todo, acerca del famoso complejo de inferioridad de Alfredo Adler.

Pero nos preguntamos qué diría hoy Samuel Ramos, porque ahora nos ha invadido la cultura norteamericana o lo que en el Documento de Puebla se llama la “Adveniente cultura universal”. No es un gran consuelo decir que eso les pasa a todos los países del mundo. Nos preguntamos si los mexicanos en verdad tenemos una originalidad que podamos defender y sobrevivir a esta invasión. Porque los medios masivos, el comercio y lo que de manera general llamamos “globalización” nos han dominado. ¿Cuál es el perfil del mexicano?, ¿cuál es nuestra cultura?



Una investigación

Investigar no es buscar lo que no se sabe, eso es recoger información. Investigar es ahondar en algo que ya se sabe para explicitar o aclarar mejor un punto que quizá necesitaba mayor elucidación. De ordinario, lo que hacemos es dialogar con un gran autor: hacerle preguntas, oír sus respuestas y cuestionarlo desde nuestra posición actual porque no cabe duda de que cada autor habla desde su época y desde su circunstancia. Cuando investigamos dialogamos, discutimos, no condenamos ni aceptamos ciegamente lo que un autor dice. La investigación es un ejercicio buscando afinar criterios y tener un juicio lo más maduro que sea posible.



Estamos progresando

Nos preguntan si hay laicos católicos que estén seriamente informados y que, por ejemplo, puedan leer la última encíclica que no nada más es un documento magisterial, sino un documento magistral. Benedicto XVI es todo un maestro. Habría que distinguir la parte exegética y luego la parte filosófica en la que examina el desarrollo, o el fracaso, de los ideales de la Modernidad: progreso, razón y libertad. El Papa ha tomado en serio la propuesta de Habermas: traducir la doctrina cristiana en términos accesibles al hombre de hoy. ¿Cuántos laicos católicos de Xalapa son capaces de entender estas cosas? Nos gustaría saberlo.


FRASE DE LA SEMANA


“El otro no es sólo una ayuda en la vida, es también el reflejo que me indica el sendero correcto”.
(Chesterton)



LOS QUE INTEGRAMOS LA PÁGINA DE CONCILIO DESEAMOS QUE EL AMOR DE CRISTO REINE EN SUS HOGARES, NACIENDO EN CADA UNO DE SUS CORAZONES.


¡FELIZ NAVIDAD!

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