Domingo 11 de marzo de 2007

Plana semanal del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, Ver. MÉXICO
Desde el año 2000
Aparece en el Diario de Xalapa


E D I T O R I A L

Los bufones de Dios

Morris West, en su inolvidable novela Los bufones de Dios, deja hablar a su personaje protagonista (un Papa que ha decidido dimitir ante las poderosas presiones de diversa índole) sobre un asunto peliagudo e interesante: el futuro de la Iglesia Católica y su papel en el mundo actual. La Iglesia vivirá para siempre si vuelve a sus orígenes y logra hacer vida lo que predica, hipotiza el personaje de la novela. Su futuro, sigue diciendo, serán las pequeñas comunidades -y no las masas- que se decidan por vivir la vida de Cristo; comunidades que le devuelvan el rostro humano a una Iglesia que se ha acartonado con una falsa adaptación a las circunstancias actuales del mundo. Lo mismo que el novelista, el Concilio Vaticano II propuso hace más de cuarenta años una nueva manera de ver la Iglesia por dentro y por fuera (ad extra et ad intra); sin embargo, hay que decirlo con toda honestidad, pocos han hecho caso de esta novedad -en el verdadero sentido de la palabra- que haría ver a la Iglesia como "la novia radiante" de la que habla la carta de San Pablo a los efesios y no como la "institución fría" de la que hablan algunos. Sería bueno que, como en la novela, se descubriera la sonrisa de Dios en los rostros de los despreciados por este mundo que sólo acepta apariencias, como la mejor de las manifestaciones de que por fin se ha entendido el auténtico cristianismo.




El verdugo de la historia
JUAN BERISTAIN DE LOS SANTOS

Se dice que la Historia es la maestra de la vida, pero que tiene pocos alumnos disciplinados y responsables. Existen muchos alumnos que utilizan argumentos históricos en los debates en los que participan. Siempre un argumento apelando a la Historia tendrá grandes ventajes para sacar a la luz la verdad que se busca en todo debate. Desde luego que se debe tener cuidado al utilizar arbitrariamente un argumento histórico. La diligencia la debemos poner al no permitir que en el debate se utilice el argumento histórico falso que el filósofo inglés Bertrand Russell (1872-1970) llamó “provincianismo temporal”, éste consiste en la subordinación del pasado a las miradas e intereses del presente.

El problema de este tipo de argumento es su falta de seriedad a la hora de abordar el pasado. En efecto, normalmente los alumnos que lo utilizan no buscan conocer la verdad de otras épocas, sopesando sus luces y sombras -que siempre existen-, sino solamente utilizar la historia como un arma disponible para lograr sus intereses personales que atentan con la verdad. Se corre el peligro de que con frecuencia se recurra a estos “argumentos” de orden histórico sólo para desprestigiar a alguna persona o institución, pues se utilizan con un simplismo sorprendente que impide ver en la historia la verdad con todas sus tonalidades. Muchas veces sólo se destacan los errores para argumentar en contra y ganar el debate.

Al respecto el famoso historiador inglés Christopher Dawson (1889-1970) señaló: “Uno de los grandes méritos de la historia es que nos saca de nosotros mismos (…) y nos descubre una realidad que de otro modo desconoceríamos. Tiene efectiva eficacia elevar nuestra mente a una época totalmente diversa de la que conocemos, a un mundo distinto pero no menos real; porque el que llamamos el ‘mundo contemporáneo’ es el mundo de una generación, mientras que las culturas del tipo de las bizantina o carolingia son mundos de vida varias veces secular”.

Se trata de salir de uno mismo para no colocarse en el centro del mundo y de la historia, pues de otro modo, desde este cómodo yo se siente uno “perfectamente” habilitado para enjuiciar a otras épocas y esto último desde los cánones culturales del presente. Fácil, por ejemplo, es condenar la práctica de la tortura de tiempos “medievales”, olvidando que ésta se practicó legalmente en Occidente hasta hace sólo unos años; y que, de hecho, aún se practica de manera más común de lo que se cree en algunas partes del mundo.

Por supuesto que, desde un ángulo moral, la tortura merece nuestro rechazo. Pero la historia, la disciplina que estudia el pasado, no está para juzgar a hombres de otros tiempos y costumbres, sino para entenderlos; el fin del historiador no es ser juez, sino una especie de psicólogo; alguien que sepa escuchar incluso a los peores malvados. No para aplaudirlos, pero tampoco para condenarlos desde un cómodo estrado.
Bertrand Russell (1872-1970) señaló que esta forma de utilizar los argumentos históricos es uno de los grandes vicios de nuestro tiempo. Dawson agrega que esta “… manera de utilizar la historia es fundamentalmente antihistórica, ya que implica la subordinación del pasado al presente”.

También, por otra parte, existe el extremo contrario: utilizar la historia como un arma contra el presente, cayendo en una idealización romántica del pasado. Sin embargo, este segundo “extremo” es más respetable que el anterior; al menos, porque percibe que en el pasado, en cualquier época, existen avances de los que, actualmente, somos depositarios, aunque no lo digamos o no tengamos plena conciencia de ello.
Pero el justo medio siempre ha de consistir en entender que, así como toda persona individual tiene virtudes y defectos, toda época histórica tiene luces y sombras, aspectos positivos y negativos. En otras palabras, así como no existen hombres perfectos, tampoco hay tiempos de gloria absoluta. Por tanto, no dejemos que se deforme la historia en las mentes de nuestros alumnos, permitamos que sus mentes se formen con justeza con la historia.


¡Cuántas veces la mujer es…!

SERGIO PÉREZ PORTILLA


En nuestros pueblos, entendidos como verdaderas comunidades ajenas a esa “civilización” que se interpreta como cultura de los desconocidos en común, existen tres figuras de emblemático respeto por su saber: el maestro, el médico y el sacerdote. Anteriormente era mucho más clara la distinción, pero eso no implica que hoy no se le pueda apreciar. De igual manera, nuestra familia es como un pequeño pueblo, es una verdadera comunidad, y también cuenta con esos tres personajes de sabiduría, sólo que hay un único representante: la mujer.

La semana anterior se celebró a la familia, y en esta semana, el jueves 8, se celebró especialmente y de manera internacional a la mujer. Son muchos los ámbitos en los que influye la imagen femenina, considerada antiguamente como el sexo débil, pero con manifestaciones cada vez mejor apreciadas, nos hemos dado cuenta de que no lo son. Dentro de estos ambientes de expresión, queremos remarcar, y así enlazar, el oficio de ser mujer dentro de la familia.

Ya dijimos que le corresponde a la mujer ser maestra, doctora y sacerdotisa –válgase esta última expresión– en la familia, ahora digamos por qué. Desde nuestra más tierna infancia hasta nuestra menos tierna adolescencia, y a veces un poco más, la madre es la que nos enseña: a hablar, a hacer nuestras tareas, nos lleva a la escuela y nos trae de vuelta a casa. ¡Qué papel ser maestra! Nos enseña las más de las veces sin libros ni cuadernos, sino con sus palabras y sonrisas, con gestos y actitudes. Nos enseña a vivir, pues es quien ha contribuido a nuestra vida desde un lugar sobresaliente.

También la mujer es la doctora, es la que sabe qué debemos tomar en caso de resfriado, por ejemplo. Quizá no recete medicamentos de patente, pero queda patente que un caldo de pollo resulta ser más efectivo con el toque de cariño que lleva. Está ahí para cuidarnos, y es paciente con el paciente. Ella nunca se enferma, no tiene tiempo para eso, pues hay otros que necesitan ser cuidados, medicados, revisados constantemente para ver si la temperatura ha bajado o sigue igual, para saber si el estómago resintió un dulce o algo más. En fin, es doctora y, con sus brazos, hospital.

Por último, nos encontramos con la mujer sacerdotisa. Así como hemos usado este lenguaje analógico para referirnos a ella en cuanto maestra y doctora, así también entendamos este papel. Sacerdote significa “el que da lo sagrado”. La mujer sacerdotisa se interesa porque nos acerquemos precisamente a lo sagrado, nos ofrece, con las oraciones que nos enseña, el misterio del verdadero Dios que no está lejos, sino cerca, muy cerca. Nos habla de Él, nos lo presenta. Más aún, nos lo muestra. La fe de las mujeres llevaron a un buen grupo a permanecer cerca de la cruz de Jesús, mientras sólo un discípulo estaba entre ellas (Jn 19, 25ss).

Al final de esta reflexión, podemos ver cuántos lugares encuentra la mujer en nuestras vidas, y todavía más, ¡cuántas veces la mujer es…!



CONCILIÁBULO

Un nuevo “encuentro”


Nos preparamos para un estudio sobre el libro de Richard Wolin: “Los hijos de Heidegeer (Hannah Arendt, Karl Löwith, Hans Jonas y Herbert Marcuse)”, Cátedra, Madrid, 2003. Nos interesan de modo especial los dos últimos: Jans Jonas, el filósofo de la vida cuyas intuiciones y preocupaciones se han vuelto actuales por los peligros del calentamiento global y la destrucción general del habitat humano; y Marcuse por su contraposición a la sociedad burguesa, que no está lejos del rechazo actual de la globalización y del consumismo que varios grupos actuales protagonizan.



Una extensa carta pastoral

Monseñor Mario de Gasperín, obispo de Querétaro ha escrito una extensa y valiosa “carta pastoral” que se puede leer en Internet. Una primera parte habla de la “vuelta al paganismo” y cita varias veces a Nietzsche. La carta defiende luego el derecho de los cristianos y de los obispos para expresar sus opiniones sobre el hombre, la familia y la sociedad. Hay que leerla. Es seria. Es profunda.



San Clemente Romano

El miércoles 7 de marzo, Benedicto XVI habló en la audiencia general sobre san Clemente Romano, tercer obispo de Roma. El Papa observa que en esta carta de finales del siglo aparece por primera vez en la literatura cristiana el término “laico”, que significa “miembro del laós”, es decir, del pueblo de Dios”.



Monseñor Hipólito Reyes Larios

El pasado lunes 5 de marzo, el Seminario recibió al Obispo de la diócesis de Orizaba: Dn. Hipólito Reyes Larios. El Sr. Obispo estuvo con los padres del equipo formador y se reunió con sus alumnos para tratar con ellos asuntos diversos.

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